Opinión: Seguridad: Percepción y Realidad. John Marulanda.

En seguridad, como en otros temas, la confrontación entre percepción y realidad, entre sentimiento y estadística, es continua. Ante la apreciación del ciudadano de a pie importa poco lo que exhiban los inventarios de seguridad oficiales.
 
Quienes están dedicados a la seguridad personal, corporativa o estatal, saben que la primera línea de acción para bregar con problemas de este tipo es hacer que nuestros clientes se sientan seguros.
 
Una de las herramientas para lograr este propósito son las estadísticas, termómetro indicativo de cuál es la real temperatura del fenómeno, de tal manera que los planes remediales y las acciones de mejoramiento siempre parten de datos disponibles, pero fundamentados en la apreciación del afectado. Y hablando de las estadísticas, las hay, como los termómetros, de buena, regular y mala calidad.
 
En el caso de Colombia, las estadísticas suministradas por la Policía Nacional y Medicina Legal son de buena factura, aunque generan variadas interpretaciones. Las estadísticas sobre el conflicto interno procedentes de algunas ONG, centros de estudio y varias instancias del gobierno de turno, deben ser miradas con cuidado, pues, como dicen las malas lenguas, "las estadísticas sirven para probar lo que usted quiere".
 
Es frecuente que organizaciones ideologizadas, especialmente de izquierda, exhiban cómputos viciados que en nada ayudan a entender el real problema y aplicar las terapias adecuadas.
 
Es muy grande el daño a la percepción de la seguridad que causan los petardos que estallaron en Bogotá recientemente y que siguen reventando en Neiva, el asesinato de policías y el sabotaje a la infraestructura energética y vial del país.
 
De nuevo Colombia está en los titulares de todas las agencias estatales y privadas de seguridad del mundo. La Franja de Gaza, Ucrania, Boko Haram y Colombia, en ese orden, son los rótulos noticiosos que están enviando un mensaje de inseguridad en el país.
 
Por estos días vuelven a llamar del exterior a preguntarme si es seguro ir a Bogotá y si es necesario un carro blindado con escoltas armados. En la percepción general internacional no vamos bien y estamos retrocediendo.
 
Que estos rebrotes siempre suceden antes de la firma de un acuerdo, dicen nuestros tutores europeos. Amén. Que los terroristas no pueden ir más allá por el desbarajuste de su aparato armado, dicen expertos. Está por verse. Que la paz está a la vuelta de la esquina. Mmmmmmm.
 
La percepción de seguridad en Colombia se ha deteriorado y se va a deteriorar más por dos causas. Una estructural: el deficiente aparato de justicia y su consecuente altísima impunidad. Y otra circunstancial: el activo sabotaje a la industria energética del país. Si a esto agregamos el cínico dogmatismo de los voceros terroristas en La Habana, el asunto no pinta bien.
John Marulanda

Consultor Internacional en Seguridad y Defensa

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