Opinión: PRESUPUESTOS DE PAZ. José Gregorio Hernández Galindo

Digámoslo una vez más: el empeño del Gobierno en la búsqueda de la paz merece el apoyo de todos los colombianos. Para el país resulta trascendental que -tras medio siglo de guerra fratricida, de violencia y de muerte- la guerrilla y el Estado hayan resuelto pasar a la mesa de diálogo en busca de reconciliación y en procura de cumplir lo prescrito en el artículo 22 de la Constitución, que consagra la paz como un derecho y un deber de obligatorio acatamiento.
 
Sin duda, el proceso iniciado debe seguir adelante, y alrededor del mismo y de su continuación, además del respaldo popular reflejado en las urnas en las últimas elecciones presidenciales, hay consenso en la comunidad internacional. Pero es necesario que -más allá de las acertadas declaraciones públicas del Dr. Humberto de la Calle Lombana cada vez que los representantes de la guerrilla envían mensajes equívocos- el Ejecutivo, por conducto de sus negociadores, hagan entender a los voceros de las Farc que para la paz hay unos presupuestos imprescindibles:
 
-Que, si en verdad quieren alcanzar los objetivos de las negociaciones, las partes deben observar unas  reglas mínimas, propias de los procesos de la justicia transicional. Más aún: sería importante una labor de amable pedagogía sobre lo que significa la justicia transicional y acerca de los antecedentes de la misma en otras latitudes.
 
-Que la verdad, la justicia, la reparación a las víctimas y la voluntad sincera y garantizada de no repetición son elementos indispensables para que la terminación del conflicto y el arribo a acuerdos tengan viabilidad.
 
-Que para la sociedad colombiana es inaceptable que, mientras se adelanta el proceso, la organización guerrillera continúe emboscando y asesinando policías y soldados; cometiendo atentados contra la población civil, en el curso de los cuales han caído y caen personas completamente ajenas al conflicto, incluyendo niños; llenando de terror a las comunidades; provocando desplazamientos; atacando y destruyendo, como lo han venido haciendo, los oleoductos, las torres, las redes de comunicaciones, las obras públicas y la infraestructura energética del país.
 
-Que no es coherente, ni contribuye al logro de la paz, que mientras voceros de las Farc se disculpan en Cuba con algunas de las víctimas, diciendo que los hechos respectivos jamás debieron ocurrir, a diario se contabilicen nuevas víctimas de actos terroristas.
 
-Que deberían cesar, desde ya, el secuestro y el reclutamiento de menores.
 
-Que tanto el Estado como la organización guerrillera deben merecer la credibilidad y confianza, por su sinceridad, seriedad y coherencia, tanto a nivel interno como ante la comunidad internacional, que, como se sabe, sigue al detalle lo que acontece en La Habana.
 
-Que no se favorece el proceso, ni se perciben como bien intencionadas las expresiones excluyentes o discriminatorias, como la más reciente, mediante la cual las Farc dijeron no reconocer como víctimas a personas como Clara Rojas, Ingrid Betancur o el General Mendieta. Es un hecho notorio que contra ellos se cometió y se prolongó en el tiempo el delito atroz del secuestro. No deben ser de nuevo víctimas, mediante injuria o burla.
 
Los dirigentes de la agrupación subversiva deben reflexionar y cambiar sus actitudes, si desean ganar en credibilidad, en beneficio del proceso de paz.
Jose Gregorio Hernandez Galindo

Expresidente de la Corte Constitucional de Colombia y director de la publicación “Elementos de Juicio. Revista de Temas Constitucionales” y la emisora "lavozdelderecho.com".

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