Opinión: ¿POLITIZANDO LAS FF.MM.?. John Marulanda

Que ahora los parlamentarios, en otro de los muchos actos inéditos que estamos presenciando, decidan visitar las guarniciones militares y estaciones de Policía esclareciendo a "las bases" –termino político del que se apoderó la izquierda- lo del enredo de La Habana, solamente tiene dos explicaciones plausibles: o los dirigentes políticos actuales se dieron cuenta que las Fuerzas Militares, no sus Generales, sino sus Coroneles y de ahí para abajo están desanimadas con ese embrollo cubano o ya está entrando de lleno la reforma de nuestras Fuerzas Militares. Porque eso huele al comienzo de un control como el que los comisarios políticos cubanos ejercen sobre las unidades militares venezolanas. ¿Antesala de la Nueva Colombia?
 
Y si no es así, ¿Qué papel cumplen entonces la jerarquía, la disciplina y la apoliticidad partidista en un Ejército Constitucional? ¿Son incapaces los Coroneles de explicar y convencer a los hombres bajo su mando de las bondades de lo que se teje en la satrapía de los Castro? ¿Son incapaces el Gobierno y/o los Generales de convencer a sus Coroneles de lo bien que les va a ir a los militares en el postconflicto? 
 
La cosa se complica aún más cuando uno oye al joven senador Galán, que dizque va a ir a escuchar las inquietudes…de la tropa. ¿Y para qué están los Comandantes? 
 
Veremos entonces el desagradable espectáculo de soldados en formación en la Plaza de Armas de las Unidades, a discreción o en posición de firmes, con sus mandos naturales a la cabeza y atendiendo las arengas de los políticos de turno, algo impropio para quienes se han formado bajo una ideología democrática y constitucional y dañino para una institución castrense forjada en 200 años de tradición y simbolismos.
 
Cuando ni siquiera el desprestigiado Congreso ha considerado oportuno darle el voto a los militares, esta desafortunada idea es un error que promete llevar al país por renovados senderos de inestabilidad.
 
No es bueno lo que está sucediendo y alguien de carácter en el alto gobierno tiene que levantar alerta.
 
No vamos por buen camino. Vamos por una ruta de ensoñación y encantamiento frente a un lobo que hincara sus sangrientos colmillos en las ingenuas ovejas en que nos está convirtiendo la propaganda oficial.
 
Hay otra explicación para estos desatino, más humana y menos institucional: Vanidad, "mi pecado favorito" como diría John Milton (homónimo del autor de El Paraíso Perdido de 1667), el abogado representado magistralmente por Al Pacino en la película El Abogado del diablo.
 
Si se observa lo que los gobiernos izquierdistas de Bachelet, Roussef, Correa y Mojica han hecho con sus soldados, no hay muchos motivos para estar tranquilos. En Colombia, hasta el momento solo hay promesas incumplidas y pasos equivocados, como la presencia de políticos en los cuarteles.
Modificado por última vez en Jueves, 18 Septiembre 2014 13:36
John Marulanda

Consultor Internacional en Seguridad y Defensa

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