EL "ACABOSE"




JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO
Ex Magistrado de la Corte Constitucional
Director de http://www.lavozdelderecho.com/

 

No ha sido bueno para la formación de una cultura de cumplimiento de la Constitución y de las leyes el mal ejemplo del ex presidente Álvaro Uribe, cuando, recurriendo a argumentación digna de mejor causa, se ha negado a rendir declaración ante la Fiscalía, en calidad de testigo –no de incriminado-,  respecto al posible conocimiento suyo acerca de la comisión de delitos, según lo expresó en una entrevista radial. Mal ejemplo que ya ha sido seguido por otros dirigentes políticos, que también se han negado a comparecer.
Pero, adicionalmente, no se olvide que toda persona, sin excluir a los actuales o antiguos altos funcionarios, está en la obligación –por mandato legal- de denunciar, acudiendo a las autoridades competentes –antes que a los medios de comunicación-, si tiene conocimiento acerca de hechos que puedan tener el carácter de punibles.
Desde luego, tampoco fue edificante  el ejemplo del Presidente Juan Manuel Santos cuando desacató las medidas cautelares ordenadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos -CIDH- en el caso de la destitución  e inhabilitación arbitraria del Alcalde Mayor  de Bogotá, Gustavo Petro. O cuando provocó el hundimiento del  inconstitucional Acto Legislativo de reforma a la justicia, de origen gubernamental, mediante procedimientos no menos inconstitucionales, como la objeción por inconveniencia –que no cabe respecto a reformas de la Carta Política- y la convocatoria a unas sesiones extraordinarias completamente inapropiadas para tal efecto, según los textos fundamentales. 
Quienes hemos desempeñado y quienes desempeñan cargos de alta responsabilidad en el Gobierno, en la Judicatura, en el Congreso o en otras instituciones estatales, además de estar sujetos –como todo ciudadano- al imperio del orden jurídico y al acatamiento que imponen las  decisiones judiciales, contraemos una específica obligación jurídica y moral –por respeto a la dignidad correspondiente- en el sentido de obrar, durante el ejercicio de la función y después de nuestro retiro, con arreglo a las normas vigentes, con toda discreción y respeto hacia el Derecho, y en el entendido de que nuestros comportamientos públicos  siempre serán observados por la comunidad. Debemos, en  consecuencia, hacer pedagogía con el ejemplo y con el estilo de vida, pues resulta hipócrita y es un engaño al pueblo  predicar algo y hacer exactamente lo contrario.

 

Es verdad que en los días que transcurren, como lo hemos dicho varias veces, ha hecho crisis la credibilidad de algunos administradores de justicia, y en general, respecto a nuestro sistema judicial ha hecho su aparición el fantasma más indeseable: el de la desconfianza de la ciudadanía. Pero si en ello pudiéramos todos, lícitamente, fundar o justificar una evasión de nuestras obligaciones legales y una desobediencia o burla de la providencia judicial que no nos gusta, el resultado no sería otro que un abismo insondable en el que todos nos precipitaríamos. Ante la desaparición del Estado de Derecho, estaríamos regresando a las épocas salvajes en que imperaba la ley del más fuerte. Como dice la expresión popular: sería "El acabose".   


Modificado por última vez en Viernes, 20 Junio 2014 19:17
Jose Gregorio Hernandez Galindo

Expresidente de la Corte Constitucional de Colombia y director de la publicación “Elementos de Juicio. Revista de Temas Constitucionales” y la emisora "lavozdelderecho.com".

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