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Opinión: CORRUPTELAS. José Gregorio Hernández Galindo

No quiero entrar a condenar ni a absolver, ni a pronunciarme acerca de la culpabilidad de nadie en concreto. Los jueces naturales deben resolver. Ojalá lo hagan pronto.
Prefiero referirme a malas prácticas que han venido haciendo carrera y que han contribuido poderosamente al actual estado de cosas -verdaderamente crítico- en la rama judicial del poder público:
 
-La incapacidad de muchos abogados –afortunadamente, no todos-  para defender los intereses de sus clientes por la única vía que es lícito utilizar: la del argumento y la prueba, expuestos y tramitados ante los jueces por los mecanismos y en las oportunidades que contemplan las normas constitucionales y legales en los distintos procesos.  Esa incapacidad y la extendida falta de ética profesional, han convertido en común la creencia de que los pleitos no se ganan con una buena demanda, ni con excelentes memoriales sino mediante acercamientos subrepticios a los funcionarios y empleados judiciales, invitaciones, almuerzos, paseos, regalos, propinas, o con el dinero corruptor, capaz de comprar las conciencias de los inmorales. Inclusive, algunos clientes reclaman airadamente a sus apoderados cuando se abstienen de usar esos detestables métodos. Lo peor es que en muchos casos el abogado correcto, aunque tenga la razón, pierde el pleito, a manos del corrupto.
 
-Si eso acontece es porque del otro lado de la baranda hay servidores dispuestos a dejarse comprar. Administradores de justicia que tienen su conciencia en venta, porque, además de no conocer la ética y de ignorar la majestad propia de su función, no saben Derecho. Prefieren fallar a favor del mejor postor, y hasta aceptar su colaboración en la redacción del fallo.
 
-El “lobby” o cabildeo, que se ha puesto de moda inclusive en altos tribunales, tanto en relación con los procesos como en los procedimientos de elaboración de ternas o listas de candidatos y para las elecciones que en esas corporaciones tienen lugar.  Se exige “respaldo político”, sin importar la trayectoria, ni la preparación. Ha hecho carrera eso de que “la hoja de vida es lo de menos”.
 
-El “lobby” lo ponen en práctica también ministros y funcionarios, ante los altos tribunales. Ahora, no se rasguen las vestiduras.
 
-La existencia de “bloques” en las altas corporaciones. Pueden pasar años, con una o más vacantes, y las elecciones de los nuevos magistrados se tornan imposibles.
 
-Las filtraciones de ponencias a los medios antes de los fallos. Lo cual explica, entre otras cosas, ciertas salidas del país.
 
En fin, corruptelas que deben ser erradicadas.
Jose Gregorio Hernandez Galindo

Expresidente de la Corte Constitucional de Colombia y director de la publicación “Elementos de Juicio. Revista de Temas Constitucionales” y la emisora "lavozdelderecho.com".

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