Certidumbres e inquietudes: LAS MENTIRAS. José Gregorio Hernández Galindo Destacado

La verdad es uno de los elementos esenciales para la sana convivencia en cualquier sociedad. Esa correspondencia entre lo que se afirma y los hechos a los cuales se refiere la afirmación da lugar a la credibilidad. La mutua confianza entre los seres humanos se edifica sobre la base insustituible de la credibilidad. Cuando se descubre la mentira; cuando se hace patente el engaño, surge la desconfianza, haciendo difíciles y hasta imposibles las relaciones humanas, y  en tratándose de asuntos públicos, la desconfianza y la falta de credibilidad acaban por minar de manera grave los fundamentos de las instituciones.
 
En Colombia, en donde la mentira no es nueva –basta consultar las muy diversas versiones de nuestra Historia-, hoy las cosas están  mucho más graves que antes. Se ha venido produciendo un fenómeno  de generalización y aceptación de la mentira a todos los niveles.
 
Así, en materia de diálogos y proceso de paz, hemos escuchado y hasta creído muchas mentiras, ante todo las de los representantes de las Farc en La Habana, que se han comprometido a muchas cosas después incumplidas, como en  materia de secuestros, reclutamiento de menores, cese al fuego unilateral, narcotráfico o ataques a la población civil, entre otros comportamientos que contradicen en la práctica lo afirmado, cuando dicen mantener su voluntad de paz y su disposición al cese del conflicto.
 
También los voceros oficiales han mentido en todas aquéllas ocasiones en que nos han presentado verdades a medias, o cuando, utilizando eufemismos, no han expresado ante la opinión lo que verdaderamente ocurre en la mesa de negociaciones y acuerdos. Y han mentido igualmente los opositores al proceso toda vez que han puesto a circular versiones inventadas o exageradas acerca del mismo o en torno a los alcances de lo discutido o acordado.
 
Son mentirosas en su misma base las investigaciones, las  sentencias condenatorias o las providencias que ordenan privación de la libertad de personas con el único sostén de la prueba testimonial falsa. El cartel de falsos testigos lleva a la desconfianza colectiva en los fallos.
 
Por su misma enunciación, constituyen mentira criminal -en el más alto grado de lesión contra la Humanidad- los falsos positivos.
 
Mienten a veces las cifras del DANE, las encuestas, la publicidad, los noticieros, los políticos en campaña. Y hasta la conductora de un servicio SITP, en Bogotá, mintió, narrando con mentalidad morbosa un ataque sexual que jamás ocurrió. Mentiras y más mentiras, en la sociedad de la mentira. 
 
Jose Gregorio Hernandez Galindo

Expresidente de la Corte Constitucional de Colombia y director de la publicación “Elementos de Juicio. Revista de Temas Constitucionales” y la emisora "lavozdelderecho.com".

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