Punto de Referencia: TRUMP Y LAS INSTITUCIONES. Por José Gregorio Hernández Galindo Destacado

 

En apenas diez días al frente de la Casa Blanca, Donald Trump ha mostrado -eso sí, cumpliendo lo prometido en la campaña presidencial- que no conoce ni de lejos conceptos indispensables en un estadista: la prudencia, la diplomacia, el buen trato, la consideración y ponderación de todos los elementos en juego, la proporcionalidad y la razonabilidad de las medidas. Él confunde la firmeza con la arbitrariedad,  la autoridad con el despotismo y el respeto con el miedo.

 

Seguramente, en su interior, sabe que está haciendo las cosas mal, pero considera necesario sostenerse, sea como sea, porque es el Presidente, y en su concepto, una vez ha juramentado, es una especie de monarca elegido por cuatro años, quizá -pensará- con la posibilidad de permanecer en el gobierno por cuatro más, lo que, en su concepto, conseguirá con el dinero.

 

En todo ello se equivoca. Con la misma rapidez con la que está expidiendo órdenes ejecutivas, está perdiendo apoyo político y popular, inclusive dentro de su mismo partido. 

 

Sus enfoques absolutos y delirantes no son de recibo y muchos de ellos conducen a resoluciones inaplicables.

 

Pelear con la Unión Europea y alabar el "Brexit"  lo debilitará en grado sumo.

 

Arriesgar por terquedad un conflicto  innecesario con China, es de una torpeza enorme.

 

Cerrar las versiones de las páginas de Internet en idioma castellano es una ofensa, no solamente para los hispanos residentes en su país, como Trump estima, sino contra España y contra todos los países de habla española. 

 

La delincuencia y el tráfico de drogas no se combaten construyendo un muro en la frontera con México. El muro no será pagado por los mexicanos, sino por los consumidores de los productos a loa que Trump impondrá un gravamen del 20%.

 

Los inmigrantes, venidos de cualquiera de los siete países a los que señala como culpables del terrorismo -Irán, Irak, Libia, Siria, Yemen, Somalia y Sudán-, no son precisamente los que se encuentran en capacidad de usar las armas o el terror contra los estadounidenses, pues está probado que la mayoría de quienes han efectuado ataques en distintas ciudades en los últimos años son nacidos y residen en los Estados Unidos. Pero, además, estas medidas de odio estimularán el odio entre los convencidos por las tesis extremistas del Estado Islámico, que están esparcidos por el mundo. Y allí tiene a muchos, en territorio norteamericano. Hoy mismo, en la vecina Canadá se produjo un ataque terrorista contra una mezquita, con varios muertos.

 

Oponerse a las políticas internacionales para contrarrestar el cambio climático es ir contra una realidad incontrastable y acelerar un proceso de destrucción de la salud y la vida en el planeta. Romper los tratados económicos multilaterales implica aislar al país. 

 

Pero, como lo decíamos aquí mismo el día de la elección, en los Estados Unidos, que se precia de tener una Constitución democrática y libertaria, y unas instituciones fuertes, así como un altísimo concepto sobre la libertad de expresión y  la importancia de la protesta, gobernar no significa abusar.  Ni la imposición arbitraria garantiza la obediencia.

 

Los mecanismos institucionales de control funcionan. Y acaban de funcionar precisamente contra la arbitrariedad de Donald  Trump, y de manera inmediata.

 

Todo comenzó muy rápido, tras la divulgación de la Orden Ejecutiva contra los inmigrantes. Una juez federal en Nueva York profirió a su vez la orden de suspender temporalmente la remoción de personas detenidas en aeropuertos de EEUU en cumplimiento del decreto presidencial que prohibió la entrada de inmigrantes de los indicados siete países de mayoría musulmana en los Estados Unidos y que también suspendió la entrada de refugiados.  

 

Ese antecedente ha sido reiterado, y en consecuencia, han sido suspendidas parcialmente, por medio de providencias judiciales dictadas en varios Estados, las disposiciones contra los inmigrantes dictadas por el Presidente. Hay protestas en Estados Unidos, que se han extendido al mundo, y los fiscales anuncian demandas contra las órdenes ejecutivas que tan aceleradamente está dictando el nuevo mandatario.

 

Las instituciones democráticas están llamadas a operar. Y los frenos y contrapesos de los que hablara Montesquieu, y que previeron los padres de la Constitución en 1787, están operando. Es la democracia, que no puede ser arrasada por un presidente con mentalidad de dictador.

Jose Gregorio Hernandez Galindo

Expresidente de la Corte Constitucional de Colombia y director de la publicación “Elementos de Juicio. Revista de Temas Constitucionales” y la emisora "lavozdelderecho.com".

Email Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Acerca de Nosotros

Nuestro propósito es aprovechar la tecnología en beneficio de la divulgación, el análisis, la controversia, la verificación de los grandes asuntos en que aparece el Derecho, en cualquiera de sus ramas; los procesos judiciales de trascendencia y los más importantes debates y acontecimientos.