Se adelanta el proceso mediante el cual serán elegidos cuatro nuevos magistrados de la Corte Constitucional. Han culminado su período de ocho años cinco de los magistrados que venían ejerciendo. Uno de ellos estaba encargado, en reemplazo del Magistrado Pretelt, acusado por la Cámara de Representantes y suspendido por decisión del Senado. Los otros cuatro ya se retiraron y hay magistrados en encargo. Apenas uno en propiedad  -el Dr. Lizarazo- ha sido elegido por el Senado, y ya se posesionó.

Nos parece que el trámite de postulación y elección se ha demorado demasiado, y por tanto los nuevos magistrados titulares ya no se posesionaron el 1 de marzo, como siempre había ocurrido desde 1993, y por ende hay una interinidad en cuatro de los despachos.

En lo que atañe al perfil de los nuevos integrantes de la Corte, debemos decir que resulta indispensable recuperar el prestigio de esa corporación, que se ha venido perdiendo aceleradamente, no solo por las denuncias formuladas y por el caso Pretelt -que ya cumple dos años sin resolverse-, sino por fallos de muy dudosa factura jurídica como el relativo al "Fast track" y otros contrarios a reiterada jurisprudencia constitucional.

Es indispensable que los nuevos magistrados sean juristas conocedores del Derecho, con una impecable trayectoria jurídica, y en especial de una gran independencia. Ellos no se deben al Gobierno, ni a sus electores, ni a quienes los postularon, ni a partido político alguno, ni a una determinada creencia o  religión, ni a organizaciones privadas o empresas con las cuales hayan estado vinculados en el pasado. Su único compromiso es y debe ser con la Constitución de 1991. No se olvide que su función consiste en la guarda de la integridad y supremacía de la Carta Política colombiana.

Ahora tienen el desafío de fallar acerca de las normas constitucionales y legales que están expidiendo el Congreso -por "Fast track"- y el Ejecutivo -por facultades extraordinarias-, con el objeto de implementar y desarrollar el Acuerdo de Paz con las Farc. Allí tiene que prevalecer el criterio constitucional imparcial y objetivo. No puede seguir siendo la Corte un tribunal dependiente del Gobierno. Independencia, imparcialidad, Derecho, hoja de vida limpia, verticalidad en la defensa de la Constitución, fundamento jurídico de las sentencias,. Es lo que se espera de los nuevos magistrados. Ojalá se los escoja con esos criterios, para que la Corte Constitucional recobre su puesto de honor en el más alto nivel del sistema y en la estructura de la rama jurisdiccional.