Opinión: REVALUANDO HIPÓTESIS. Por John Marulanda Destacado

06 Jul 2017
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La semana pasada Maduro vociferó que lo que no lograre por los votos lo alcanzaría por las armas y hace dos meses gritó que entregaría “un fusil a cada miliciano”.
 
¿Qué sucederá con la Milicia Bolivariana, unos 500 mil civiles mal organizados, mal entrenados y mal equipados pero azuzados por los matones de los “colectivos” chavistas, ahora que ese régimen comunista podría colapsar en una administración de transición, reconocida por gobiernos de la región y por EE. UU. ?
 
Si hay insurrección armada en Venezuela, inquieta lo que las narcoterroristas farc hagan en apoyo a ese gobierno. ¿Los “farcianos” acampados allá dispararán contra el pueblo en legítima rebeldía mientras acá, desde su partido marxista-leninista y con sus mal disimulados candidatos, anuncian la implantación del modelo chavista y siguen vendiendo el miedo a la guerra como eje de campaña electoral?
 
Después del ataque helicoportado de una supuesta facción rebelde, el mismo Maduro aclaró que las granadas lanzadas eran de Colombia, país que junto con EE. UU. son la obsesión guerrera del gobierno chavista. “Fuera tus manos de Venezuela presidente Juan Manuel Santos”, volvió a berrear.
 
Tales advertencias vuelven a plantear la hipótesis de un conflicto armado entre hermanos adyacentes. Como Bogotá no tiene con qué responder a la superioridad militar material de Caracas -y de la debilidad propia surge la voracidad ajena- las fuerzas armadas bolivarianas regulares podrían intentar una aventura, avalada por el artículo 10 de su Constitución. Claro que mientras los aficionados charlamos de guerra, los profesionales hablan de logística. Ya se sabe: economía y conflicto son caras de una misma moneda y ninguno de los dos Estados está en capacidad de sostener una guerra. ¿Tal vez un rifirrafe fronterizo? Preocupa entonces que el chavismo pueda lanzar en primera línea, en medio de emigrantes desesperados en búsqueda de alimentos y medicinas, las mencionadas hordas milicianas de civiles radicalizados, que se convertirían en víctimas cuasi inocentes de la posible reacción colombiana, lo que generaría un problema superior al lance bélico venezolano.
 
Pero pragmáticamente hablando, un estado de emergencia militar caería bien a ambos gobiernos. El de allá para justificar e iniciar de facto el salto a un régimen cuartelario tipo Cuba; y el de acá, a ver si logra darle fuerza moral a un proceso de paz carente de aceptación popular.
 
Todo esto con el narcotráfico ahogando ambos países en corrupción y delincuencia como nunca antes.
 
“La Paz y estabilidad de Venezuela es la Paz de Colombia”, dijo Maduro. Los hechos podrían estar moviéndose en ese escenario.
 
Así como los cristianos creemos que los designios de Dios son inescrutables y los economistas dicen que hay una mano invisible que mueve los mercados, parece haber una fuerza incontrolable que guía las voluntades de guerra.
John Marulanda

Consultor Internacional en Seguridad y Defensa

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