“Omni mors aequat”
La muerte lo iguala todo
“Mors aequo pulsat pede pauperum tabernas regumque turris”
La muerte toca con el mismo pie las chozas de los pobres y las torres de los reyes.
La muerte nos trata a todos por igual. Una vez llega a nuestra puerta, no discrimina ni por motivos de sexo, ni posición, ni género, ni oficio. La muerte, no respeta las jerarquías.
A propósito de la muerte, citaremos algunas alusiones a la pálida dama:
- Horacio (Quinto Horacio Flaco) el principal poeta lírico y satírico en lengua latina, nacido en venosa, Basilicata, le recomendó a su amigo Lucio Sestio Quirinalo, disfrutar de la vida cumpliendo con sus deberes, antes de que la muerte, que a todos –sin excepción- llega, le impida el cumplimiento de tan significativa meta.
- El poeta castellano, nacido en Paredes de Nava (Palencia) en su obra “Coplas a la muerte de su padre” uno de los clásicos de la literatura española, escribió:
“Esos reyes poderosos
Que vemos por escrituras
Ya pasadas,
Por causas tristes, llorosas,
Fueron sus buenas venturas
Trastornadas;
Así que no hay cosa fuerte,
Que a papas y emperadores
Y prelados,
Así los trata la muerte
Como a los pobres pastores
De ganados”.
- Felipe IV de España, llamado ‹‹el Grande›› o ‹‹el Rey Planeta››, escribió sobre la muerte: “Es un bien no estimado, de tal suerte que todo lo que vale nuestra vida es porque tiene necesaria muerte”.
- Platón, en el texto llamado “Fedón” en el que dialoga con Sócrates y su discípulo, el filósofo Simmias de Tebas, explica su idea, filosófica, de la muerte: “No sería una cosa ridícula, como dije al principio, que después de haber gastado un hombre toda su vida en prepararse para la muerte [en referencia a la vida de los filósofos], se indignase y se aterrase al ver que la muerte llega? ¿No sería verdaderamente ridículo?
- El escritor argentino Jorge Luis Borges: “De qué otra forma se puede amenazar que no sea de muerte? Lo interesante, lo original, sería que alguien lo amenace a uno con la inmortalidad”.
- Para el filósofo alemán Arthur Schopenhauer: “Si se le concediese al hombre una vida eterna, la rigidez inmutable de su carácter y los estrechos límites de su inteligencia le parecerían a la larga tan monótonos y le inspirarían un disgusto tan grande, que para verse libre de ellos concluiría por preferir la nada”.