Nació en Breslau, Silesia, Alemania en 1825 y murió en un duelo en 1864. En sus estudios universitarios se especializó en filología, derecho y filosofía. Su amplia cultura le mereció el prestigio de erudito entre los intelectuales alemanes. En 1845 se afilió a la Liga de los Justos tras su estancia en París y entabló contacto con el socialismo francés. En 1849 conoció a Marx, se hizo discípulo suyo y estableció una continua correspondencia con él como informador en Alemania.
Tras su encarcelamiento durante el movimiento revolucionario de Düsseldorf (1848 a 1849,) se vio apartado de la lucha activa hasta 1859. Escribió su estudio filosófico Heraclito, el oscuro en 1857 en el que, al igual que en su Sistema de derechos adquiridos, 1861, se conserva fiel más que a Marx, al hegelianismo. A pesar de su incomprensión del materialismo histórico, Lassalle apareció como la figura principal del socialismo alemán.
En 1859 publicó La guerra italiana y la misión de Prusia en que exaltaba la unificación alemana, cifrando sus esperanzas en Bismarck y se mostraba contrario a una guerra nacional franco alemana.
Esta tesis sobre la táctica revolucionaria que debía seguirse, era totalmente opuesta a la preconizada por Marx y Engels. Marx estaba con la burguesía en contra del estado prusiano, mientras que Lassalle estaba dispuesto a ponerse al lado del estado prusiano en contra de la burguesía.
Esta diferencia estratégica encerraba una divergencia teórica fundamental, acerca del estado y del valor del sufragio universal que Lassalle, consideraba medio eficaz para transformar el estado en instrumento de la democracia. Al estar persuadido de que Bismarck tenía necesidad de apoyarse en el movimiento obrero, esperaba que el estado prusiano tomara medidas socialistas. Hacia esta alianza encaminaba la Asociación General de los Trabajadores Alemanes, primer movimiento socialista considerable, creado por él en 1863. Sus campañas de agitación, 1863-1864, basadas en la exigencia del sufragio universal, y en las asociaciones de producción con crédito del estado, como principio de socialización de la producción, atrajeron la atención del mundo de los trabajadores. De hecho, la aportación teórica de Lassalle recogida en sus folletos y discursos políticos, fue mínima, y enlazaba sobre todo con el socialismo de Louis Blanc y con los economistas alemanes. La crítica a esta tendencia socialista lassallana fue expuesta por Marx en La crítica del programa de Gotha, en 1875.
La obra por la cual se conoce más a Ferdinand Lassalle en el campo del derecho, es la titulada ¿Qué es una constitución? que corresponde a conferencias. Cuando Ferdinand Lassalle esbozó ese ensayo -ahora convertido en un clásico de los textos políticos occidentales- la búsqueda de una constitución que adecuara las exigencias de la vida política de las naciones, y sus urgencias sociales y económicas, era un reclamo generalizado en toda Europa cuando menos.
La inquietud paralela en las naciones americanas no debe tampoco desdeñarse, pero era ciertamente un reflejo de la idiosincrasia imitativa de sus élites. El caso es que Lassalle sale a la palestra, defendiendo la cualidad histórica y programática que una buena constitución provee y sancionando otras utopías revolucionarias rupturistas, restaurando el valor de los textos constitucionales que respetan idiosincrasias y programas nacionales puestos al servicio de la totalidad ciudadana.