Opinión: SER CORRECTOS. Julio César Carrillo Guarín Destacado

29 Oct 2021
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Opinión: SER CORRECTOS. Julio César Carrillo Guarín https://www.javeriana.edu.co/

El primer día de mi clase de Introducción al Derecho, que durante años solían ser los primeros minutos del devenir académico de los jóvenes que recién iniciaban su camino por el universo del Derecho, les preguntaba acerca de cuál consideraban que era el requisito fundamental para estudiarlo y ejercerlo.

Recibía abundantes respuestas que dibujaban perspectivas y aspiraciones, unas más profundas que otras, pero todas valiosas para generar la inquietud acerca de cuál debería ser la postura humana por excelencia para asumir el estudio de esta ciencia y su práctica. Y cuando llegaba el momento de “tomar apuntes”, mientras veía en sus ojos la mezcla de curiosidad, cierto miedillo, deseo de aprender y salir adelante y una inmensa dosis de vitalidad juvenil, les pedía que iniciaran sus notas complementando sus particulares respuestas con una sola expresión:

¡Ser correctos! 

Y si bien en muchas ocasiones sabiamente me pusieron de presente que ese era un requisito aplicable a cualquier momento de la vida, conveníamos en que el hecho de ser transversal y universal, con mayor razón comprendía la ciencia que empezaban a estudiar y el ADN indispensable para su ejercicio. 

Entonces pasábamos a descubrir lo que podíamos entender por ser correctos, para concluir que para no distraernos de lo fundamental, ser correctos significa en últimas “no hacer a otros lo que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros o a las personas que amamos”, o mejor: “hacer a otros lo que nos gustaría que nos hicieran a nosotros o a las personas que amamos”. 

En suma, el imperativo categórico kantiano: “Obra de tal manera que tu acción, pueda servir de máxima de una ley universal”. 

De ahí la importancia que tiene para comprender el Derecho y el sentido de lo jurídico, recordar que este no es solo “conjunto de normas”, como si fuera una especie de costal de tecnicismos para sobrevivir con ellos, es decir,  que el Derecho no es solo lo cuantitativo, lo técnico; sino también lo cualitativo, los valores que lo informan frente a los requerimientos de la interacción humana, para promover tejidos armónicos bajo el presupuesto de aspirar a lo deseable lo igualmente bueno para todos, con la convicción interior que trabajar por ello y obrar en consecuencia, es una labor que dignifica.

Es a partir de allí que surge la verdadera concepción del Derecho y del Abogado que, en medio de la imperfección de la norma y de quienes la aplicamos, sabe promover una vida digna de ser vivida con y para los otros. 

Por ello, algo ha pasado en el decurso de la formación o del ejercicio, algo se desconfiguró, cuando quien ha recibido el título de Abogado o Magister o Doctor en Derecho o en Ciencias Jurídicas, deja su esencia para transformarse en un ser humano engreído o soberbio, o con grandes dotes para el odio, el resentimiento o la exclusión que terminan derivando en una pérdida de sentido, es decir, corrompiendo la ciencia o haciendo de ella un pretexto para dañar o beneficiarse a costa de los demás.

Un bisturí en manos de un cirujano que quiere restaurar salud es un instrumento técnico valioso; en las manos de un ser humano que tiene refundida su bondad interior, es un arma peligrosa.

Bien lo dijo Ángel Ossorio en su obra clásica El Alma de la Toga: “El Derecho positivo está en los libros se buscan se estudian y en paz. Pero lo que la vida reclama no está escrito en ninguna parte” o, como lo ponía de presente Manfred Max Neef en una maravillosa conferencia que dictó en Bogotá y a la cual tuve la fortuna de asistir: Si usted es un experto en justicia, tiene libros, escribe reseñas, dicta conferencias, llega a su casa y no es capaz de ser justo: Sabe mucho, pero comprende poco. 

Ser correctos no es ser perfectos, es ayudar a construir mundos humanamente habitables con todo y equivocaciones que se convierten en oportunidad para el perdón y para la enmienda.

En esta perspectiva, ser correctos es, en últimas, un camino fundamental para preservar altura humana a fin de que, antes que Abogados y expertos en leyes, seamos buenos seres humanos: humildes, sencillos, generosos, estudiosos, que respetan la diversidad y no se imponen con soberbia, sino que iluminan con su buen criterio la razón de ser del Derecho en la vida de los hombres.

 

JULIO CÉSAR CARRILLO GUARÍN

Asesor en Derecho Laboral, Seguridad

Social y Civilidad Empresarial

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Modificado por última vez en Viernes, 29 Octubre 2021 14:32
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