O no entendimos muy bien a la Fiscalía, o está confesando la total incapacidad del Estado respecto a su función de hacer justicia -aún para una justicia mediocre, como la que impone la mal llamada Ley de Justicia y Paz-, cuando propone, a manera de estrategia para acelerar los procesos que se siguen contra 1.248 paramilitares, “realizarles imputaciones parciales de cargos por los delitos que han declarado hasta el momento”.
Según la información de prensa, la Fiscalía, agotadas más de 3.000 horas de revelaciones de los antiguos miembros de las autodefensas, “decidió no esperar hasta el final de las confesiones y dará ya el salto a la imputación de cargos por los crímenes que han contado hasta ahora”.
La misma Fiscalía ha informado del hallazgo reciente de más de 4.000 fosas, en las cuales se encuentra un número escalofriante de cadáveres, la mayoría sin identificar, y los informes parciales que ofrecen las publicaciones hablan de más de 300.000 homicidios y de numerosas desapariciones, desplazamientos, torturas, despojos, y otras conductas por el estilo.
Los procesos no avanzan, y ya son varios los casos de “versionados” -en el lenguaje de la Fiscalía- que detienen sus declaraciones, y las aplazan cuando quieren y les conviene, además de que, de acuerdo con lo conocido, hay un solo caso en el que se ha producido la imputación.
Esto nos hace pensar en el escrito más reciente del doctor Jaime Betancur Cuartas, fallecido el sábado, quien expresaba en el último número de la Revista JURIS DICTIO, publicada por la Asociación de Exmagistrados de las Altas Cortes, de la cual era Presidente: “Una administración de justicia con cristalina transparencia es anhelo de la población colombiana, y no se puede ser inferior a los esfuerzos de los que soñamos y tributamos con esa esperanza; organización con creativa juridicidad; con respeto a la legalidad de las competencias y desape de pugnacidades que aprovechan con alegría los desestabilizadores del orden jurídico. Es obligación ética vigorizar las instituciones democráticas con lealtad, indicando fortalezas para conservar y descubriendo debilidades para corregir o extinguir …”
La estrategia de la Fiscalía delata, en mi concepto, que se le vencen los términos y que ha perdido el tiempo, y que, en el fondo, la justicia periclita ante la magnitud del crimen. Así -contra lo escrito por el ilustre jurista desaparecido-, se confiesa inferior a sus desafíos.
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