Aparte de las consecuencias jurídicas que deberán producirse en cuanto a jueces competentes y normas procesales aplicables a los actualmente detenidos en la base norteamericana de Guantánamo, a partir del anuncio del Presidente Barack Obama sobre suspensión de los procesos por terrorismo durante 120 días, el cierre de Guantánamo, en el que se habían comprometido con los electores tanto el actual Presidente de los Estados Unidos como su oponente republicano John McCain, ante la terquedad del expresidente Bush, constituye un mensaje alentador bajo la perspectiva de los derechos humanos.

Los varios pronunciamientos de la Corte Suprema de Justicia en el sentido de que esas personas, no por estar sindicadas de terroristas perdieron sus derechos fundamentales, en especial a la defensa y al debido proceso, fueron olímpicamente ignorados por la anterior administración, y lo que hace ahora el nuevo Presidente es dejar constancia de que una nación como los Estados Unidos, de profunda raigambre democrática, no puede auspiciar y menos practicar una política criminal que desconozca los más elementales derechos del ser humano, ni proseguir en la línea dura trazada por su antecesor, de admitir inclusive formas de tortura y discriminación como elementos orientados a la lucha contra el terrorismo.


La magnitud de la decisión, en cuanto mensaje al mundo sobre el talante del nuevo gobierno, supera con creces las dificultades logísticas que puedan presentarse, por ejemplo en lo relacionado con los nuevos lugares de ubicación física de los actuales internos, y también las discusiones de orden legal sobre el rumbo que deban tomar los procesos una vez se levante la suspensión de los 120 días.

El anuncio presidencial es ya, de suyo, un acto de justicia material que encaja muy bien en el criterio humanista del Presidente Barack Obama, y que garantiza a la vez que en su administración se harán esfuerzos por desmontar los elementos más vergonzosos de la política antijurídica trazada por Bush, Cheney, Runsfield, Rice y los demás organizadores del sistema de Guantánamo, tan ajeno a la dignidad humana y a los derechos.