Ningún aporte hacen a la democracia los medios de comunicación que han dado en tomar pulsos de opinión popular en caliente. Una opinión así pulsada es una opinión con poco sentido y mucha emoción.
Esos medios, obviamente manipulados por intereses políticos superiores, y esas firmas encuestadoras, a las que solo importa el negocio, están contribuyendo, ellos y ellas sí, con conocimiento de causa, a descerebrar a la opinión popular que considera en estos momentos a Uribe como el mejor presidente colombiano de todos los tiempos y a Ingrid Betancourt como la presidenciable más óptima para sucederlo cuando a él le de la gana de retirarse.
Ni la seguridad democrática de la que tanto alarde se hace en este gobierno, ni la política económica y menos la social, resisten un papirotazo de gente medianamente informada. Para el caso de la seguridad democrática me remito a juristas y sociólogos que basados en normas del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos tienen tan estrechamente cuestionado al Presidente que muchos afirman que una vez huérfano de su inmunidad presidencial será muy difícil que sus carnitas y sus huesitos, como él mismo cariñosamente las define, no vayan a dar a predios de la Corte Penal Internacional, CPI.
Sobre la política económica me remito a cualquiera de las columnas que escribe el prestigioso analista Eduardo Sarmiento en el Espectador los domingos, nunca rectificadas por el equipo económico del gobierno o los economistas cercanos al gobierno, sencillamente porque los deja sin argumentos.
Y sobre la política social, pues, ni se diga: miren la salud en crisis; la política laboral destruida; la educación de vuelta a la represión; la vivienda paralizada, la generación de empleo estancada; la informalidad creciente y etc. etc.
Sobre Ingrid, no creo que salvo la brutal experiencia que saca de sus largos y dolorosos años de cautiverio que todos repudiamos, haya mejorado las demás materias de estadista que para gobernar bien a un país se necesitan.
Encuestar gente en caliente, muchas veces calentadas a punta de falsos positivos, es simple y llanamente manipulación mediática. Si el procedimiento fuera correcto sería válido también medir la popularidad del Presidente o de su ministro de Protección Social entre los pacientes y trabajadores hospitalarios en momentos en que en horas de la madruga llega la Policía y el Ejército a tomarse las instalaciones de los centros asistenciales con el fin de cerrarlos y posteriormente privatizarlos a precios de gallina vieja, por citar un ejemplo entre muchos otros que los lectores pueden conocer de primera mano.
A punta de estas encuestas, hoy tenemos a Uribe como insustituible; y a Ingrid, por encima en la intención de voto de políticos y estadistas que antes que ella, mejor que ella y más capacitados que ella, están haciendo cola.
Vamos mal, si los medios de comunicación nos siguen fabricando presidentes y ministros en Colombia basados en sensiblerías que, por justificadas que parezcan, no son suficientes para supeditar la razón del análisis político, económico y social, a la hora de elegir a los mejores gobernantes.