Por Ricaurte Losada Valderrama
Desde su posesión el Presidente Juan Manuel Santos hizo saber que las posibilidades de una paz negociada estaban abiertas, con lo cual surgió una esperanza de solución al conflicto, pues los tres gobiernos anteriores estuvieron predominantemente inclinados, el del Presidente Andrés Pastrana Arango por la negociación y los del Presidente Uribe Vélez por la resolución militar.
Al respecto, es necesario que la actuación sea conjunta -del Estado y de la sociedad-, pues los eventuales acuerdos que realice el primero deben ser aceptados o refrendados por la población; de otra manera serían considerados ilegítimos. De ahí la inconveniente polarización generada durante los Gobiernos del Presidente Uribe Vélez.
En cambio, el Gobierno del Presidente Santos combina de manera más integral la acción militar con la posibilidad de un proceso de paz, y por ende, de la negociación política, pues ha recordado que en todo conflicto siempre hay una salida negociada.
Es de tener en cuenta también que si no se aprovecha esta coyuntura, la guerrilla se va a seguir debilitando, a tal punto que la aparición de pequeños grupos regionalizados y su fragmentación haga que se vuelva incontrolable por sus líderes perdiendo la unidad de mando, y en esas circunstancias, acabar con el conflicto resulta más prolongado y difícil, con el agravante que el narcotráfico las hace renuentes a desmovilizarse y a negociar, justamente por el jugoso negocio que tienen en sus manos y del cual han dependido cada vez más y que podría llevar a una confrontación más directa por el control territorial.
Y que ojalá tengamos siempre presente que la paz resulta costosa, pero mucho menos que la guerra.