Por LUDOVICO ARIOSTO
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Hay que decirlo, y decirlo con toda claridad. En Colombia se ha perdido por completo el respeto a la administración de justicia, en especial a la justicia penal. Pero sobre todo se ha perdido su respetabilidad.
En realidad, los jueces y fiscales están siendo "manoseados", y lo están siendo porque ellos mismos se prestan. Lo permiten.Y muchas veces hemos escuchado a jueces o fiscales literalmente acorralados en la radio por las preguntas de los periodistas, intentando explicar en breves minutos todo el profundo contenido jurídico de un proceso, e inclusive casos se han visto en que los medios, con el apoyo de la audiencia -una audiencia difusa y deconocida en cuanto a quiénes la integran-, condicionan futuras decisiones judiciales, pues algunos funcionarios se sienten obligados a resolver en el mismo sentido indicado por los medios. Y así, una persona ya condenada, o absuelta, por los medios y por las también difusas redes sociales resulta también fatalmente condenada o necesariamente absuelta por los jueces, incluso contra lo procesalmente establecido. O, en otros casos, hemos visto a jueces investigados por el Consejo Superior de la Judicatura, o sindicados de prevaricato, por haber llegado a conclusiones o adoptado decisiones no compartidas o acogidas por esos medios y redes.
Además, hay filtraciones, inclusive de material probatorio reservado. Y la televisión sustituye con frecuencia a la sala de audiencias, o convierte la sucesión de audiencias -permanentemenete aplazadas y prolongadas- en un "reality". A algunos medios les parece, con razón, que con ello captan mayor audiencia. Y la captan, pero valdría la pena preguntarnos cuánto se sacrifica, por esa causa, en terminos de justicia.
La justicia se ha convertido en un espectáculo. Y aunque debemos resaltar que el principio es la libertad, amparada por la Constitución en el sistema acusatorio, y reconocer que muchas cosas de las que hoy nos ocupamos los colombianos, en cuanto a corrupción se refiere, no se sabrían de no haber sido por los medios, lo cierto es que los medios están abriendo procesos paralelos a los que se llevan en los estrados, y sin el rigor jurídico indispensable se ponen en tela de juicio principios cardinales del Derecho.
Públicamente propongo a los medios, y también a los funcionarios judiciales, que reflexionen en este asunto.