POR LUDOVICO ARIOSTO
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Varias cosas hemos observado en los últimos días de la campaña norteamericana por la presidencia de la República:
-Lo primero es que se trata de la campaña más costosa en la historia de los Estados Unidos, tanto en el lado demócrata como en el republicano. 1700 o 1800 millones de dólares gastados para buscar votos es demasiado dinero, que habría podido ser mejor empleado en beneficios para la población.
-De otro lado, es evidente el ascenso de Mitt Romney, por quien nadie apostaba hace algunos meses, y que ahora –si atendemos a las encuestas- está técnicamente empatado con el presidente Barack Obama. En realidad, éste ha perdido mucho apoyo y entusiasmo de sus antiguos partidarios, especialmente por causa de las promesas incumplidas. Prometió cerrar la prisión de Guantánamo y no pudo.
Prometió arreglar el problema de la salud pero su programa al respecto ha generado muchas discrepancias y malos entendidos. Prometió una normatividad sobre los inmigrantes ilegales y no ha logrado estructurarla. El manejo de las relaciones internacionales no ha sido del todo satisfactorio, y aunque durante su administración se produjo el operativo que culminó con la muerte de Osama Bin Laden y el retiro de las tropas norteamericanas de Irak, no se ha consolidado la paz en ese país, ni en Afganistán, a la vez que situaciones tan graves como las de Siria se le han escapado literalmente de las manos. No ha habido un verdadero liderazgo norteamericano al respecto. Si a esto se suma el hecho de que la economía –que la recibió en mal estado del ex presidente Bush- no ha mejorado lo que todos quisieran; hay mucho desempleo y gran inestabilidad en distintos frentes económicos.
En 2008 Obama ganó la presidencia con el apoyo del 43% del voto indeciso. Ahora el “Washington Post” asegura que Romney tiene allí el 65% y el presidente apenas el 32%.
En cuanto a Romney, aunque tras el primer debate televisado aumentó de manera notable sus puntos a favor y logró remontar en las encuestas, no ha logrado convencer del todo a los electores. Sigue siendo visto como excesivamente conservador, y no ha mostrado programas originales, capaces de captar de modo determinante la simpatía de los indecisos.
-A Obama, sin embargo, se le ha presentado una gran oportunidad que simultáneamente es desafío: la recuperación de los territorios afectados por el frenético paso del huracán “Sandy”. En eso trabaja intensamente y los esfuerzos al respecto son a la vez los de un presidente y los de un candidato puesto a prueba.
-Ha surgido en los últimos años, en la derecha, el “Tea Party”, que de todas maneras incide en muchos votantes conservadores. Y, como reacción contra él, dentro del mismo partido republicano, hay una nueva fuerza de la comunidad latina: el “Tequila Party”, encabezado por Dee Dee García –de origen mexicano- contra la posición anti inmigrante de Mitt Romney. Este movimiento busca reunir a ex republicanos o republicanos disidentes, ex demócratas, activistas gay y pro aborto e hispanos contra el “Tea Party”, el racismo y toda forma de discriminación. Al parecer, este grupo votará por Barack Obama.