POR OCTAVIO QUINTERO
Ha recibido mayor información la especulación del fin del mundo en el calendario Maya este próximo 21 de diciembre, que el fin del Convenio de Kioto el próximo 31 de diciembre, este sí, un hecho material que debe ponernos a todos a pensar en el fin del mundo, no por confabulaciones siderales, sino por irresponsabilidades terrenales.
Por estos días, en Doha, Qatar, se congregan en la XVIII Conferencia sobre el calentamiento global (COP 18), científicos, técnicos, funcionarios públicos, empresarios privados y ambientalistas con el supuesto propósito de acordar medidas para reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y así evitar una catástrofe climática a nivel mundial.
Kioto viene desde 1997 tratando de concientizar a los inconscientes países industriales que moderen la ejecución del actual modelo de desarrollo económico insostenible. Si nos guiamos por las 17 conferencias anteriores, los intereses particulares de los principales países contaminadores del planeta, con Estados Unidos a la cabeza, impedirán, por décima octava vez, un consenso mundial sobre la necesidad de cambiar a un nuevo modelo económico en el que la protección del medio ambiente y de la vida sobre la faz de la tierra esté por encima del interés económico de unos cuantos.
Las últimas informaciones de carácter científico (Proceedings of the National Academy of Sciences, una de ellas), nos indican que la temperatura de la Tierra se ha incrementado a niveles no vistos en miles de años, lo cual ha empezado afectar a plantas y animales.
Los investigadores encontraron un mayor calentamiento en los océanos Índico y Pacífico occidental que tienen un gran efecto en el clima y el calentamiento global, devenido en manifestaciones del fenómeno climático de "El Niño", un conocido de autos entre nosotros que recientemente nos mostró parte (solo parte) de su espectacular poder de destrucción.
"Esta evidencia señala que nos estamos acercando a niveles peligrosos de contaminación producida por el ser humano", dicen desde el interior de COP 18, como se conoce la actual conferencia de Doha.
Si el calentamiento global se eleva otros dos o tres grados centígrados, con seguridad veremos cambios que harán de la Tierra un planeta invivible, al menos por la vida que hoy la puebla, incluyendo al ser humano, la más débil de todas las especies.
Bueno es andar enterados también de esto que no pasa tan solo en el Medio Oriente, entre judíos y palestinos; ni en Europa, con su crisis financiera que derrumba Estados a somatén del modelo neoliberal; ni en Estados Unidos, con su debate sobre el Abismo Fiscal; ni en Latinoamérica con la alarma general sobre el fallo de la Haya ni, por supuesto, únicamente en Colombia con su nuevo proceso de Paz:
¡Esto es mundial... no hay un “Sálvese quien pueda”!