POR OCTAVIO QUINTERO
El establecimiento se ha hecho el propósito de obstaculizar en lo posible la gestión del alcalde Petro en Bogotá; y éste, contradictor impulsivo y arrogante, parece gozar casando peleas por todas partes.
Ciertamente la confrontación democrática es la esencia de la tolerancia política, pero es que en el caso Petro, la confrontación resulta a veces ridícula e insidiosa: y este es el bemol que nos puede poner a cantar en otro tono.
Diga lo que diga, Petro es controvertido siempre desde el campo político, porque el Establecimiento no quiere dejar hacer – dejar pasar ("laissez faire, laissez passer") la alternativa de una administración distinta a su estirpe.
Si Petro dice (como dijo) que en los alrededores de Bogotá hay Bacrim (bandas criminales) al asecho de la capital, las autoridades civiles y de policía (ministro del Interior, Gobernador y alcaldes) dicen “eso es falso, es una calumnia”. Pero a renglón seguido sigue el reforzamiento de todo el pie de fuerza militar y policivo en defensa del orden público y la seguridad ciudadana en Cundinamarca, como se ha visto, y eso es bueno.
La última salida del gobernador Cruz con respecto a la denuncia de Petro de que en Corabastos hay mafias, si bien resulta razonable en la defensa de unos comerciantes que honestamente soportan la mayor demanda de alimentos de la capital, no tenía por qué hacer referencia a un episodio de hace 25 años cuando un comando del M-19, encabezado por Petro, se tomó a Corabastos dentro de esos golpes de opinión que acostumbraba dar en Bogotá la organización clandestina, con el aplauso de la opinión pública y, quizás, con la connivencia del mismo Establecimiento de entonces.
Porque es que, hasta ahora, nos estamos santiguando del paramilitarismo, un rayo que cayó sobre la sociedad colombiana desde hace muchos años: revísese, para el caso, La violencia en Colombia y el crimen de Gaitán (9 de abril de 1948).
Seguirle echando en cara a Petro su paso por el M-19, es seguir echando sal en una herida que se resiste a sanar. Y si no hemos podido doblar esta hoja, ya cerrada por la paz del ’90 y sellada por la Constitución del 91… ¿Qué se puede esperar de las actuales negociaciones de paz con las Farc?
Si desde lo más alto del Establecimiento la intolerancia política flota como sin querer queriendo, es flaco servicio que se le está prestando al país.
Y esta no es una defensa de Petro ni una acusación al gobernador Cruz: es un clamor nacional que advierte que así como vamos… vamos mal.