LA DEMOCRACIA NO PUEDE SER TIRANÍA DE LAS MAYORÍAS

23 Jun 2013
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POR OSCAR EDUARDO BORJA SANTOFIMIO

 

 

El “Estado Social de Derecho”, como base sólida del Estado Colombiano, establecido por el Constituyente de 1991, como principio rector a partir de la fecha de la proclamación de la nueva Constitución, deja ver que fue la voluntad del Constituyente, complementar la estructura estatal con autonomía de las entidades territoriales, declarar que existe una democracia, participativa y pluralista, con fundamento en el respeto por la dignidad humana, resaltando la prevalencia de la solidaridad y el interés general, decretando un listado de derechos considerados como humanos fundamentales y enumerando otros como derechos sociales y colectivos. Sin olvidar que la soberanía reside “EXCLUSIVAMENTE” en el pueblo, del cual emana el poder público.

 

Es de resaltar que todos los nacionales y extranjeros, deben acatar la Constitución y respetar las leyes, al igual que se encuentran obligados a respetar y obedecer a las autoridades, y estas (las autoridades) deben tratar con igualdad a todas las personas quienes deben recibir la misma protección y trato y podrán gozar de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ningún tipo de discriminación por razones de sexo, raza, origen, religión, opinión política o religiosa.

 

Algunos convenios internacionales ratificados por el Estado Colombiano, establecen la consulta previa, al momento de realizar proyectos, como mecanismo de protección para las personas que conforman grupos considerados minorías étnicas. De igual manera los seres humanos que hacen parte de algún tipo de minoría étnica, reciben el amparo constitucional.

 

No se puede confundir el amparo o la protección constitucional, que concede a ciertos grupos de seres humanos, un estatus o privilegio por su condición de minorías en una “tiranía de las minorías”. Esto no es democracia y contraría los principios rectores de la Carta Magna que establece el interés general.

 

Las minorías tienen su origen con la aparición del hombre en el planeta que habitamos (Tierra), culturas de las cuales se deriva la evolución social, política y económica del ser humano en todo el planeta (Mesopotamia, Antiguo Egipto, China, India, Grecia, Roma, Fenicia, en América Aztecas, Mayas, Incas) no hubieran podido desarrollar sus imperios, sin sus reyes, emperadores, faraones, o gobernantes, hubiesen consultado con las minorías el desarrollo de sus estados en el momento.

 

El desarrollo evolutivo de la humanidad siempre ha ocasionado grandes sacrificios. La evolución de la sociedad, de la ciencia, de la política nunca ha estado separada de la barbarie, de la guerra, de la destrucción no sólo del planeta, sino de muchas especies y de vidas humanas.

 

¡Es el precio que hay que pagar¡ No se trata de establecer una patente de corso para que se destruyan los derechos de las minorías, ni se incrementen los beneficios de la mayoría. Tampoco se puede tapar con un dedo el sol, ni esconder la verdad, la destrucción del planeta en que vivimos tendrá como único artífice al ser humano que lo habita, tal vez no al actual sino en cabeza de alguno de sus descendientes de una próxima no muy lejana generación, tal vez en un segundo tomará la decisión que pondrá fin al Universo y que le tomó siete días en construir al Creador.

 

 

Modificado por última vez en Sábado, 28 Junio 2014 20:16
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