JORGE RAFAEL VIDELA:
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Jorge Rafael Videla, nació el 2 de agosto de 1925 en Mercedes, Argentina y falleció a la edad de 87 años, el 17 de mayo de 2013 en Marcos Paz, Argentina. Fue Presidente de facto[1] de la Nación Argentina, designado por una Junta Militar por cinco años comprendidos entre el 29 de marzo de 1976 hasta el 29 de marzo de 1981.
De formación militar ocupó el más alto cargo de Gobierno durante la dictadura llamada Proceso de Reorganización Nacional[2] que se inició con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 a la presidenta constitucional María Estela Martínez de Perón; adicionalmente fue el Jefe del Ejército Argentino entre 1975 y 1978.
En el año 1983, recuperada la democracia en Argentina bajo el gobierno de Raúl Alfonsín, Jorge Rafael Videla fue destituido del grado militar, juzgado y condenado a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad. Fue indultado bajo el gobierno de Carlos Menem en el año 1990.
En 1998 –de nuevo- fue privado de la libertad por decisión de un juez argentino quien dictaminó que las causas por sustracción de menores durante la dictadura militar eran crímenes de lesa humanidad y por lo tanto debía estar preso. No obstante, 38 días después recibió el beneficio de arresto domiciliario por su edad.
En el año 2008 perdió ese derecho y regresó definitivamente a la cárcel. A las 8:30 de la mañana del 17 de mayo de 2013 fue encontrado sin pulso ni respiración en el penal de Marcos Paz, donde cumplía la condena por crímenes de lesa humanidad relacionados específicamente con la desaparición, secuestro y muerte de niños, mujeres y hombres argentinos durante la dictadura.
LA DESAPARICIÓN FORZADA EN ARGENTINA
Durante el gobierno militar de la Argentina denominado Proceso de Reorganización Nacional, hubo desaparición forzada que se conoce en el país suramericano como “Desaparecidos por la dictadura argentina”.
La Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas firmada en el año 1994, definió la desaparición forzada -a propósito de lo sucedido en Argentina-, en los siguientes términos:
“Se considera desaparición forzada la privación de la libertad a una o más personas, cualquiera que fuere su forma, cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúen con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la falta de información o de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o de informar sobre el paradero de la persona, con lo cual se impide el ejercicio de los recursos legales y de las garantías procesales pertinentes”.
Esta desaparición acontecida en Argentina durante la dictadura -en cabeza de Videla-, es considerada por la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, como un delito de lesa humanidad imprescriptible.
¿En qué consistió la desaparición forzada en Argentina? Durante los años comprendidos entre 1976 y 1983 se impulsó la persecución, el secuestro, la tortura y el asesinato de manera secreta y sistemática de personas por motivos políticos, religiosos o sin motivo aparente alguno, es decir, en forma indiscriminada, en el marco de lo que se conoce como el Terrorismo de Estado en Argentina.
Grupos de militares y/o paramilitares argentinos, armados y movilizados en automóviles, mediante operativos de detención, cogían a sus víctimas en las calles, bares, cines y en sus propias casas, previa desmovilización de las zonas –por parte de las fuerzas de seguridad- en las cuales se ejecutarían lo operativos.
Una vez retenidas las personas, eran llevadas a un centro clandestino de detención para ser interrogadas mediante sistemas de tortura ordenada. La mayoría de las veces las personas eran asesinadas y sus cuerpos desaparecidos, bajo la modalidad conocida como los “vuelos de la muerte” o enterrados en fosas comunes como NN.
En crónica del periódico español “El País” del 1 de enero de 2006, encontramos la entrevista que se le hiciera a un camionero argentino, testigo de los vuelos de la muerte, quien declaró que al encontrarse con un militar involucrado en las desapariciones, le preguntó sobre el destino de los cadáveres y éste le contestó “Van a la niebla de ninguna parte”.
Algunas de las mujeres secuestradas estaban embarazadas y fueron asesinadas, pero sus hijos fueron raptados y entregados en adopción a familias simpatizantes del régimen dictatorial, es decir, los niños fueron entregados a familias conformadas por los mismos militares involucrados en la desaparición de sus padres. A estas familias que tomaron en adopción a los niños de los jóvenes desaparecidos se les llama “apropiadores”.
Con la llegada de la democracia a la Argentina, se creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas “CONADEP” que tuvo como misión principal recibir denuncias de las víctimas[3] o de sus familiares y se pudo concluir que la mayoría de los personas desaparecidas eran menores de 35 años, de profesión obreros o estudiantes; y, su detención se produjo en la noche en sus propios domicilios.
La cifra de desaparecidos varía dependiendo de quien haga la afirmación: para las Madres de Plaza de Mayo asciende a 30.000; CONADEP afirma haber recibido 8.961 denuncias; y, para DINA, Agencia de Inteligencia Chilena el número de desaparecidos ascendió a 22.000 personas entre 1975 y julio de 1978.
Este sistema de represión a través de desapariciones forzadas, viene del nazismo, a partir del Decreto Noche y Niebla “Nacht und Nebel” de Hitler, firmado el 7 de diciembre de 1941. Para Hitler los opositores a su régimen debían ser detenidos durante la vigencia del decreto en español “La noche y la niebla” y llevados clandestinamente hasta Alemania sin que mediara otra información distinta al hecho simple de su detención.
El texto del decreto, reconstruido informa[4]:
“Una intimidación efectiva y duradera solo se logra por penas de muerte o por medidas que mantengan a los familiares y a la población en la incertidumbre sobre la suerte del reo “y” por la misma razón, la entrega del cuerpo para su entierro en su lugar de origen, no es aconsejable, porque el lugar del entierro podrá ser utilizado para manifestaciones…A través de la diseminación de tal terror toda disposición de resistencia entre el pueblo, será eliminada”.
¿Qué dijo Videla cuando fue acusado? Admitió sus crímenes y defendió su causa.
Aun antes de ser procesado justificaba las desapariciones y en los diferentes medios de comunicación cuando era interrogado sobre el tema de los desaparecidos dejaba clara su posición al respecto.
En declaración dada por Videla al periódico El Clarín el 14 de diciembre de 1979, definió a los desaparecidos así:
Pregunta del periódico El Clarín: ¿Qué es un desaparecido?
Respuesta del dictador Videla: “En cuanto éste como tal, es una incógnita el desaparecido. Si reapareciera tendría un tratamiento X, y si la desaparición se convirtiera en certeza de su fallecimiento tendría un tratamiento Z. Pero mientras sea desaparecido no puede tener ningún tratamiento especial, es una incógnita, es un desaparecido, no tiene entidad, no está, ni muerto ni vivo, está desaparecido”.
En entrevista concedida a la periodista María Seoane[5], dijo el dictador Videla:
“No, no se podía fusilar. Pongamos un número, pongamos cinco mil. La sociedad argentina, cambiante, traicionera, no se hubiere bancado los fusilamientos: ayer dos en Buenos Aires, hoy seis en Córdoba, mañana cuatro en Rosario, y así hasta cinco mil, 10 mil, 39 mil. No había otra manera. Había que desaparecerlos. Es lo que enseñaban los manuales de la represión en Argelia, en Vietnam. Estuvimos todos de acuerdo. ¿Dar a conocer dónde están los restos? Pero ¿qué es lo que podíamos señalar? ¿El mar, el Río de la Plata, el Riachuelo? Se pensó, en su momento, dar a conocer las listas. Pero luego se planteó: si se dan por muertos, enseguida vienen las preguntas que no se pueden responder: quién mató, dónde, cómo”.
Las desapariciones de personas buscan la impunidad. Al esfumarse la prueba del delito se crea terror en la sociedad y se genera falta de certeza sobre lo sucedido, lo que a la postre le dificulta a los familiares de las víctimas sacar adelante una acción judicial.
“La desaparición es lo que vuelve al opositor un homo sacer, es decir una persona que puede ser asesinada inpunemente” Giorgio Agamben[6].
No obstante, las madres de los desaparecidos en Argentina, exigieron explicaciones y fue precisamente el desconocimiento de lo sucedido, el pilar fundamental en el cual se basó la fundación de “Las Madres de Plaza de Mayo” que se conformó durante la dictadura de Videla cuando en la Plaza de Mayo frente a la Casa Rosada -sede de la presidencia argentina-, se adelantó una manifestación pública de carácter pacífico para solicitar al dictador Videla, claridad sobre el paradero de sus hijos desaparecidos.
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Según “Las Madres de la Plaza de Mayo” la manifestación no estaba programada. Ellas estaban esperando que las atendiera individualmente el secretario del Vicario Castrense y al ver que eso no era posible, una de ellas, Azucena Villaflor de Vicenti sugirió ir a la Plaza de Mayo: “Individualmente no vamos a conseguir nada. ¿Por qué no vamos todas a la Plaza de Mayo? Cuando vea que somos muchas, Videla tendrá que recibirnos".
El grupo creció con el tiempo y disciplinadamente se encontraban en el mismo lugar, en un comienzo, todos los viernes. Su símbolo fue el pañuelo blanco en la cabeza y se acomodaron a todas las reglas impuestas por la policía bajo las órdenes del dictador, pero nunca dejaron de reunirse para marchar de forma pacífica. Para las Madres de la Plaza de Mayo de Argentina la lucha continúa porque ellas están decididas a encontrar a los nietos que fueron entregados en adopción.
Para lograrlo, como ellas mismas dicen han cambiado sus estrategias acomodándose al paso de los años. No ha sido fácil ni para abuelos ni para nietos reencontrarse después de tantos años y conocer la historia que encierra sus vidas.
Para los nietos la situación ha sido mucho más compleja. Ha sido complicado aceptar la realidad. Estar al tanto de los acontecimientos e interiorizar el escenario al cual se ven enfrentados -de golpe- cuando algunos incluso ya son padres de familia, no es una situación agradable.
Aceptar que aquellos a quienes amaban creyéndolos sus verdaderos padres y admitir que terminaran en la cárcel por el delito derivado de la “apropiación” que años atrás hicieran de los hijos de los desaparecidos de la dictadura ha sido un proceso largo, según afirman algunos. Otros lo ven como un acto de justicia.
Así las cosas, algunos hijos adoptivos no vuelven a ver a sus padres “apropiadores” cuando descubren la verdad; algunos no quieren reintegrase a sus familias biológicas; algunos optan por tener las dos familias; algunos toman el nombre que perdieron cuando fueron entregados en adopción y otros prefieren continuar bajo el nombre que recibieron de sus padres “apropiadores”.
Fruto del trabajo de las Madres de la Plaza de Mayo, se conoció la semana pasada el encuentro de una de las abuelas con su nieto, hijo de su hija Laura. Se trata de Estela de Carlotto, miembro activo de la fundación Madres de la Plaza de Mayo, concretamente la actual Presidenta de la fundación.
Después de 36 años de “confiar y esperar” como dijera Alejandro Dumas en su novela “El Conde Montecristo” Estela de Carlotto se encontró con su nieto Guido Montoya Carlotto robado por la dictadura argentina tras nacer durante el cautiverio de su madre Laura, asesinada por el régimen.
Fue el mismo Guido o Ignacio Hurban como se ha llamado durante todos estos años, quien voluntariamente quiso saber si él era uno de los hijos nacidos durante la dictadura. Su prueba de ADN dio 99.9% de coincidencia con la de su familia biológica.
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Estela fue una de las pocas madres argentinas que recuperó el cuerpo de su hija, pero como muchas abuelas argentinas, perdió el rastro de su nieto. No obstante, con 83 años cumplidos puede decir que la espera de 36 años culminó con un final feliz y ella de forma privilegiada logró finalmente tener a su nieto, entre sus brazos.
Natacha Pisarenko (AP)
Guido o Ignacio, es el nieto número 114 recuperado por las abuelas de la Plaza de Mayo y la noticia le regala al pueblo argentino una razón más para sentirse solidaria, feliz y orgullosa.
Es admirable que estas noticias se logren porque en la historia pasada o reciente de la mayor parte de los países del mundo, el tema de los desaparecidos es una realidad. No obstante, ningún país como Argentina logró concentrar en un grupo de civiles el liderazgo para exigir apoyo institucional, luchar por la verdad, exigir juicios públicos para los responsables y no desfallecer en la lucha diaria -que lleva años- por encontrar algún rastro de los desaparecidos.
Las Madres –convertidas en abuelas- aun estando divididas como lo están en la actualidad, han logrado reconciliar el pasado y el presente mediante una lucha férrea y perseverante.
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[1] Un gobierno de facto (de hecho o non de iure) es aquel que, si bien en la práctica ejerce como tal, no está reconocido oficialmente. Wikipedia.
[2] Como medidas inmediatas del golpe de estado se disolvieron los partidos políticos y cerraron las sesiones del Congreso Nacional.
[3] Algunas de las víctimas se escaparon o fueron liberadas.
[4] WIKIPEDIA.
[5] María Seoane, periodista y escritora argentina. Publicó 8 libris sobre la historia política argentina. El libro que se cita se llama “El Dictador” publicado por Sudamericana, página 215.
[6] Filósofo italiano. Profesor de Filosofía en la Universidad de Verona, Italia.