Ha sido exitosa la gira del Presidente Uribe, emprendida en Europa con el objeto de explicar al mundo la razón básica por la cual las FARC no pueden ser calificadas como fuerzas beligerantes sino como organización terrorista. Las pruebas al respecto las han suministrado los mismos guerrilleros, pues tanto los documentos divulgados en noviembre, interceptados a los correos de las FARC, como los entregados en enero a través de Consuelo González de Perdomo, no dejan duda alguna acerca de las flagrantes y reiteradas violaciones de los derechos esenciales de las personas secuestradas, ni sobre el desconocimiento total del Derecho Internacional Humanitario.
Las expresiones de Javier Solana, a nombre de la Unión Europea, no pueden ser más contundentes, como lo fueron también las del Presidente Francés Nicolás Sarcozy, el Rey Juan Carlos y el Presidente Rodríguez Zapatero en España.
La impresión general, hoy por hoy, es la de que la posición de Hugo Chávez al respecto es aislada; se quedó prácticamente solo, con la salvedad de Nicaragua, a la vez que la guerrilla perdió en pocos días el terreno que había recuperado levemente ante la comunidad internacional, gracias al impulso que le daba el Presidente venezolano.
En Madrid se ha llevado a cabo el Congreso de víctimas de la violencia, en el cual desempeñaron papel protagónico el actual Canciller Araújo y la recientemente liberada Clara Rojas, entre otras personas golpeadas por la organización extremista.
Lo cierto es que la solidaridad con los secuestrados, y en general con las víctimas del terrorismo, ha sido la nota predominante en este último período, y hasta organizaciones no gubernamentales, como Human Rights Watch han expresado su convicción respecto a lo que son las FARC, y en muchos casos se ha modificado la tendencia que existía -injustamente- a culpar por los secuestros al Gobierno.
El 4 de febrero se llevará a cabo una nueva movilización nacional en contra de la violencia y a favor de la libertad, evento que a no dudarlo mostrará abrumadoramente el criterio de los colombianos al respecto y su exigencia perentoria sobre inmediata liberación de los secuestrados.
Cabe preguntar si todo esto conmoverá de alguna manera a la guerrilla.
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