Certidumbres e inquietudes
EL MOMENTO DE BARACK
José Gregorio Hernández Galindo
Muy satisfactorio para la democracia -no solamente para la americana
sino para la del mundo- lo acontecido este 4 de noviembre durante las
elecciones llevadas a cabo en los Estados Unidos.
Como estaba previsto, de manera clara, contundente e inobjetable, un
joven senador demócrata por Illinois, de origen afroamericano, de
convicciones social-demócratas en lo económico y en lo político;
franco, sereno y cordial, que con un brillante discurso en la
Convención de su partido, hizo su aparición en la escena pública
mundial hace apenas cuatro años, ganó la presidencia, con 349 votos
electorales contra 163 obtenidos por su rival republicano: Barack
Obama triunfó en los Estados clave, convenció y barrió. Obtuvo además
el control de las dos cámaras del Congreso norteamericano.
El voto ciudadano, que no es lo mismo en cantidad ni en porcentaje
que el del Colegio Electoral, también expresó -a diferencia del año
2000- el arrollador triunfo del vencedor.
La alegría ha sido grande en los Estados Unidos y en el mundo. Pocos
minutos después de la divulgación de las proyecciones de medios que
daban por ganador a Obama, John McCain reconoció la derrota, y en un
gesto muy significativo dijo a sus electores que ellos no habían
perdido; que era problema de él; que felicitaba al nuevo Presidente, y
que ofrecía todo su apoyo, para conducir el país hacia un mejor
futuro.
Ahora vienen los grandes desafíos para quien regirá al menos por
cuatro años los destinos del país más poderoso de la tierra: el manejo
de la crisis económica; la solución de las dificultades financieras;
la necesidad de estabilizar las bolsas en el mundo –que vienen
erráticas y variables-;la planeación y proyección del futuro de la
economía norteamericana posterior a la crisis; el establecimiento de
reglas e intervención estatal en el mercado; el reparto de la riqueza;
la guerra en Irak; el momento y la forma en la cual debe proceder al
retiro de las tropas norteamericanas de ese territorio; las relaciones
con los países latinoamericanos; las relaciones con la Comunidad
Europea; las relaciones con Irán y su carrera armamentista; la
relación con los mercados asiáticos; la implementación de un sistema
de salud de cobertura integral y con garantía para todos los sectores
sociales; la solución de los problemas inherentes a las deudas
hipotecarias; la programación de los sistemas de crédito para
adquisición de vivienda; la política monetaria; la política en materia
de inversión; los cambios que corrijan los excesos neoliberales… En
fin, la cristalización de lo que habrá de ser el cambio, que se
constituyó en el motivo primordial que movió al electorado.
El gran lema de campaña, proclamado en forma vibrante por Barack
Obama y sus seguidores, decía: "Yes, we can", esto es, nosotros sí
podemos. Un mensaje optimista que se constituyó en el gran motor de
la victoria, y a la vez será el criterio con el que se vayan midiendo
las ejecutorias, los logros o los fracasos del nuevo gobierno.