Sin duda alguna, la gestión del Presidente de la República, doctor Juan Manuel Santos, y de la Canciller María Angela Holguin, a las pocas horas de su posesión, con miras a restablecer la normalidad en las relaciones entre Colombia y Venezuela, ha sido brillante y exitosa por todos los aspectos.
Lo primero que se debe destacar es el cambio de actitud, que de la máxima agresividad mostrada por el gobierno precedente ha pasado al diálogo sereno y razonable, y que ha logrado apaciguar una situación de conflicto que, por sus características, amenazaba seriamente no sólo las relaciones diplomáticas y comerciales sino la paz entre los dos países.
El segundo elemento trascendental consistió en la voluntad del Presidente de asumir en forma personal y directa, en su condición de Jefe de Estado, la responsabilidad de encontrarse cara a cara con el Presidente Hugo Chávez, para plantear abiertamente y con franqueza los distintos puntos objeto de controversia, abordándolos con objetividad.
Lo tercero, que se haya acudido a la vía diplomática -la diplomacia la inventaron hace mucho tiempo precisamente para que los Estados, mediante un civilizado y respetuoso intercambio de razones, convengan soluciones en aquellas materias que son de común interés-, sustituyendo así el procedimiento consistente en enviar razones de un gobierno a otro a través de los medios de comunicación, con frases efectistas y en competencia verbal sobre la mayor originalidad de las ofensas.
Hemos vuelto a contemplar al Presidente y a su Canciller como estadistas, que, no obstante las diferencias ideológicas y políticas -que desde luego existen-, son capaces de anteponer a ellas el interés colectivo para conducir un trato cordial y amigable con otro Estado, sin renunciar por ello al estudio conjunto de los asuntos que requieren atención: la materia comercial; las obligaciones dinerarias a cargo de Venezuela; el crédito; la seguridad y las dificultades de las zonas fronterizas.
Justamente con ese fin, se han previsto cinco comisiones mixtas que se conformarán en los próximos días y que principiarán su tarea dentro del propósito común de arribar a soluciones y convenios, de manera pacífica. A este respecto, nos inspira gran confianza la coordinación que, desde el punto de vista de Colombia, correrá a cargo de la Canciller Holguín, cuya seriedad está fuera de toda duda. Agréguese a ello que nuestro embajador en Caracas, según lo anunció el Presidente, será el exministro José Fernando Bautista, oriundo del Norte de Santander, conocedor de los problemas existentes en la frontera, y altamente capacitado.
Por todas estas razones, se debe felicitar al nuevo Gobierno y se debe mirar con optimismo hacia el futuro, superando esas inquinas personales entre los gobernantes, que tanto daño causaron a colombianos y a venezolanos.
Fastidian por eso algunas voces que ya hemos escuchado, que hubiesen preferido continuar en la confrontación, eliminar el diálogo y solucionar los problemas a bala.