EL PROBLEMA DE LAS ENCUESTAS

18 May 2010
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Un fenómeno innegable en los procesos políticos adelantados en Colombia en los últimos años –y el actual no es la excepción- es el relacionado con el influjo de las encuestas en la voluntad de los electores. Es evidente que los encuestadores marcan la pauta que ha de seguir un cierto proceso electoral, y que por tanto definen quiénes son los candidatos participantes y hasta decretan cuáles son los finalistas.

El problema –hay que decirlo- no es exclusivo de Colombia, y se ha discutido en muchos  países. Además, la actividad de las firmas encuestadoras tiene lugar en ejercicio de la libertad de información. Ninguna norma puede prohibir que se pregunte a la gente cuáles son sus preferencias electorales, ni que se tomen muestras sobre las tendencias existentes.

Si bien el voto es secreto, todo ciudadano tiene la libertad de divulgar su criterio y puede, por tanto, responder a los encuestadores.

Pero  es natural que, desde el punto de vista del estudio de los fenómenos políticos, se vea con preocupación que las encuestas, por efecto sicológico –impulsado desde los medios de comunicación-,  lleguen no solamente a distorsionar el sentido de una elección sino a sustituir al pueblo en la toma de las decisiones.

Debe verse, por ejemplo, que la misma modalidad que se utilice para interrogar a los encuestados incide en los resultados de la encuesta.

A pesar de la supuesta transparencia de los sondeos de opinión, teóricamente garantizada por la veloz e ilegible presentación de las fichas técnicas en la televisión, lo cierto es que factores tales como la metodología utilizada, las zonas y los estratos en donde se han recaudado los datos, y el momento en que se adelanta la encuesta, terminan arrojando unos resultados que la gente toma como definitivos, y se sorprende al ver que las cosas cambian de una encuesta a otra, y de una firma encuestadora a otra. Y todo eso, necesariamente, desorienta y en gran medida perturba el proceso electoral.

Hay candidatos que marcan cero en las encuestas, pero que en realidad están acompañados de mucha gente que asegura votará por ellos. Pero no los invitan a los debates televisados con la excusa de que no marcan; y no marcan porque no salen en televisión…,en un círculo vicioso que los margina arbitrariamente de la competencia.

¿Qué correctivos se podrían introducir hacia el futuro?

 

Modificado por última vez en Sábado, 28 Junio 2014 20:16
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