Abubakar Shekau, el hombre que tiene secuestradas más de 230 niñas para la venta en Nigeria es considerado por quienes lo conocen como una persona discreta, solitaria, escurridiza, cruel, fanática y capaz de todo. Es uno de los terroristas más buscados de África por cuya cabeza el Gobierno de los Estados Unidos ofrece siete millones de dólares.
Estudió el Corán en la Escuela de Estudios Legales e Islámicos en la ciudad de Maiduguri capital del estado de Borno donde conoció a Mohamed Yussuf, fundador del grupo terrorista Boko Haram.
En el año 2009, las fuerzas de seguridad nigerianas atacaron las bases de Boko Haram matando a Yussuf y un año después reapareció Abubakar proclamándose nuevo líder de la secta y anunciando vengar a los “mártires”.
Shekau se considera a sí mismo un erudito en materia religiosa, habla perfecto cuatro lenguas: su idioma natal el kanuni, el hausa, el fulani y el árabe. Cuenta con un importante arsenal militar y una flota de vehículos producto de los saqueos; maneja como ninguno la propaganda, lidera un grupo de hombres entrenados solo para matar y mantiene contactos permanentes con grupos fundamentalistas como el de Al Qaeda del Magreb Islámico (norte de Malí) o Al Shabab (Somalia).
Cuando anunció públicamente que vendería a las más de 230 niñas secuestradas por considerarlas esclavas, se mostró al público armado con un fusil, rodeado de seis hombres igualmente armados, vehículos militares –uno de ellos blindado- y en actitud jocosa lo que indignó al mundo.
Se dice que Abubakar ordenó el secuestro de mujeres y niñas a partir del año pasado, como respuesta al abuso que sus propias mujeres venían sufriendo por parte de los militares nigerianos en cumplimiento de la represión adelantada por éstos contra el terrorismo en el norte del país.
Es decir, estamos en un mundo donde la ley que impera es la del Talión: “Ojo por ojo, diente por diente”.
