POR JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO
Imagen: www.elementosdejuicio.com.co
Briceida González, una mujer de 37 años, ha fallecido en Bogotá en las últimas horas como consecuencia de la práctica de una cirugía estética clandestina. Tan clandestina que el cadáver fue arrojado en un lugar distante, en vez de haberse dado el indispensable aviso de la muerte a las autoridades competentes. Pero, por paradoja –según informa la prensa-, el funcionamiento del irregular centro de estética –que operaba en un apartamento- se conocía en el mismo bloque y en el conjunto residencial en el que vivía la víctima.
Llevada por esa vanidad femenina que se ha tornado tan peligrosa, la señora González –quien deja dos hijos menores- buscaba una operación para sus glúteos, y le fue inyectada silicona, con fatales resultados, ya que, como ha ocurrido en otros numerosos casos en el país, la paciente murió como consecuencia de una insuficiencia respiratoria generada a su vez por una complicación pulmonar. Un crimen, ni más ni menos.
La “esteticista” ha huido, y el apartamento -que anunciaba por medio de volantes- está vacío, si bien la Fiscalía, en una primera inspección, encontró dos camillas y algunos instrumentos quirúrgicos.
Todos nos preguntamos si esta permanente amenaza para las mujeres –y para uno que otro hombre de los que se preocupan por la estética- podrá continuar a ciencia y paciencia de las autoridades competentes, en especial el Ministerio de Salud y las secretarías de salud de los departamentos, municipios y distritos. ¿Tendrán que seguirse desencadenando absurdas tragedias como esta para que se adopten medidas de prevención contra los criminales y se tome nota de la propaganda que por distintos medios y en varios sectores de Bogotá y otras ciudades hacen cirujanos plásticos y médicos de estética mal preparados para una actividad de suyo peligrosa? ¿No se deberían llevar a cabo frecuentes inspecciones de salubridad a esos sitios para comprobar la idoneidad, preparación y títulos de los supuestos profesionales, el personal que los asiste, los instrumentos y sustancias que se utilizan y la higiene y seguridad que deberían rodear las intervenciones quirúrgicas que practican?
De acuerdo con las normas constitucionales, las autoridades han sido establecidas, entre otros propósitos, para proteger la vida, la salud y la integridad de todas las personas residentes en Colombia.
Existe, desde luego libertad de trabajo, y está garantizada a todos la libre escogencia de las profesiones y oficios, pero la ley podrá exigir títulos de idoneidad y las autoridades administrativas –es su obligación- inspeccionarán y vigilarán el ejercicio de las profesiones.