Y entonces le pregunte ¿por qué tuviste que prostituirte? y ella me respondió, “es que no pude estudiar, solo hice hasta quinto de primaria en la escuela de la 28 aquí en Bogotá, porque desde pequeña me tocó ayudar a criar a mis hermanos y ayudar a mi mamá a trabajar en el puesto de arepas que poníamos en la esquina de la cuadra, y cuando cumplí 14 años, fui a una fábrica de colchones a trabajar, aunque era menor de edad y no me pagaban igual que a todos, me dejaron porque era muy pila, pero resulta que el dueño empezó a presionarme para que tuviera un romance con él y yo siempre lo rechacé, el señor era casado; pasaron 3 años, un día hicieron un evento en la empresa y recuerdo que tome una gaseosa que me brindaron, cuando me desperté, estaba en un potrero, con la ropa rota y me había violado, llegué a mi casa ayudada por una personas, mi madre me echó de la casa y como pude me fui para Cali. Allí conocí al padre de mis hijas, aprendí modistería que me enseño una vecina. Volví a Bogotá, estando aquí el padre de mis hijas me abandonó cuando ellas eran muy pequeñas. Conseguí trabajos en modistería pero los turnos eran de más de 12 horas, el salario era muy poquito para las mujeres porque a los hombres les pagaban más. No nos permitían ir al baño durante el turno, no había descanso ni podíamos consumir alimentos; para el cuidado de mis hijas le pagaba a una amiga, pero no me alcanzaba para el arriendo, la comida, los servicios, los colegios, era muy difícil. En ese tiempo supe de un lugar donde le compraban a uno la sangre y yo iba, pero llego el día en que no supe que más hacer y me inicie en la prostitución y destrozó mi vida y la de mis hijas…”
La señora de la historia hoy en día tiene 69 años, perdió la visión del ojo derecho, no pudo cotizar pensión, consiguió para una humilde vivienda en un barrio popular, logró comprar sus máquinas de coser y vive de algunas costuras que le llegan a la casa, también fabrica algo de ropa y lencería, pero no es suficiente para la alimentación, el pago de impuesto predial y servicios, cada día es una lucha conseguir el dinero para lo mínimo. El padre de sus hijas nunca aporto nada, era el contratista de latonería de una aseguradora importante en Bogotá, ganaba en promedio más de $15.000.000 millones de pesos al mes, hace ya más de 30 años; además el señor la golpeaba y la humillaba cuando ella le reclamaba por ayuda para las hijas.
Tal parece que aunque han pasado los años, la situación de la mujer poco ha mejorado, lo único es que ahora existen instrumentos jurídicos a favor de ella y de sus hijos e hijas; el fuero materno, la conciliación de la cuota alimentaria ante Comisaria de Familia o una demanda ante el Juez de Familia, el subsidio de la Caja de Compensación Familiar, cuando están vinculadas a través de un contrato laboral; la sanción de la violencia contra la mujer. Pero aun en muchos casos, la carga de la crianza de los hijos e hijas, el costo y esfuerzo que esto demanda sigue en cabeza de la mujer y esto sin contar el trabajo doméstico no remunerado.
En uno de los textos publicados por la ONU, que hablaba de los Objetivos del Milenio; decía “La más pobre entre los pobres es la mujer” y el Diario Femenino informa “la pobreza afecta a unos 1.500 millones de personas en todo el mundo. Y lo curioso es que el 70 % son mujeres”, este fenómeno es conocido como la feminización de la pobreza.
En un artículo publicado en http://feminizaciondepobreza.blogspot.com/ se define la pobreza como “la carencia de ingreso propio suficiente para satisfacer las necesidades básicas (…)”, al igual que habla de la pobreza intangible “como el aislamiento social, la vulnerabilidad, la inseguridad y las relaciones de dependencia, restricción de libertades políticas, falta de poder de decisión, limitación de vínculos sociales, privación de seguridad física, entre otros, estos aspectos pueden ser vistos a su vez como mecanismos a través de los cuales la pobreza se reproduce”.
El movimiento de mujeres en Bogotá D.C. desde hace varios años viene trabajando por la materialización de los derechos de las mujeres entre ellos el derecho al trabajo en condiciones de igualdad y dignidad que se encuentra en el Decreto 166 de 2010 que adopto la Política Pública de Mujer y Género y nos enseña: “Articulo 11 literal d Trabajo en condiciones de igualdad y dignidad. Promueve el ejercicio pleno de los derechos económicos de las mujeres, en los ámbitos del empleo formal y no formal, remunerado y no remunerado, así como el reconocimiento social, económico y simbólico del trabajo que realizan las mujeres en la ciudad, destacando las potencialidades y saberes que han acumulado en las actividades de producción y reproducción, a través de los siguientes componentes:
d.1. Acceso al trabajo formal, estable y en equidad. En cumplimiento de los acuerdos y convenios internacionales de la OIT, ratificados por Colombia, de los preceptos constitucionales y del Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Distrito pondrá en marcha medidas, procesos y procedimientos para garantizar la equidad de género en el acceso, desempeño y remuneración justa del trabajo formal al interior de la Administración, así como la promoción y seguimiento en el ámbito privado.
d.2. Desarrollo empresarial y acceso al trabajo con enfoque de derechos y de género. El propósito es el diseño, orientación, desarrollo y seguimiento de programas y proyectos distritales y locales que propendan por la inclusión económica y social de las mujeres productoras, redes y organizaciones de mujeres productoras, en procesos que integran formación para el trabajo, comercialización y financiamiento, con enfoque de derechos y de género, en cumplimiento de la Ley 1232 de 2008, "Por la cual se modifica la Ley 82 de 1993, Ley Mujer Cabeza de Familia y se dictan otras disposiciones".
d.3. Fomento de redes de mujeres productoras integradas a los circuitos económicos de la ciudad. Busca promocionar y fortalecer las redes y organizaciones de mujeres productoras, en su integración a sectores empresariales, comerciales y tecnológicos que les permitan ampliar sus oportunidades de inserción en las cadenas y circuitos económicos distritales y de integración regional para la competitividad, entre Bogotá, D.C., y el Departamento de Cundinamarca.
d.4. Reconocimiento de la economía del cuidado. Puesta en marcha de programas, acciones afirmativas y estímulo a buenas prácticas, que permitan el reconocimiento y valoración social y económica del trabajo de reproducción social, remunerado y no remunerado de las mujeres, como un aporte al PIB de la ciudad, a la construcción de tejido social y al desarrollo de condiciones dignas de vida.
Para la determinación de la problemática y los componentes los sectores responsables son: Desarrollo Económico, Gestión Pública, Planeación, Integración Social”.
La Plataforma de Acción de Beijing cumple 20 años “La Plataforma de Acción imagina un mundo en el que todas las mujeres y las niñas pueden ejercer sus libertades y opciones, y hacer realidad todos sus derechos, como el de vivir sin violencia, asistir a la escuela, participar en las decisiones y tener igual remuneración por igual trabajo” (beijing20.unwomen.org).
Debemos seguir luchando hombres y mujeres para que el derecho al trabajo en condiciones de igualdad y dignidad para las mujeres sea real, ya existe el marco normativo para lograrlo, solo falta la voluntad de varios sectores de la economía nacional que evalúen la remuneración a las mujeres, las condiciones en las que desarrollan el trabajo y las oportunidades que éstas tienen para continuar estudiando.