De esta forma, se le dio comienzo al Año Santo en honor a la misericordia[1], en una era compleja, donde la desigualdad, la indolencia, la muerte a propósito de los millares de migrantes que se trasladan de un punto del planeta al otro, la intolerancia, la xenofobia, la trata de personas, la corrupción, la riqueza en poder de pocos que no sienten nada por sus iguales menos favorecidos, la hambruna, la sed…son el tema de todos los días.
Los peregrinos, durante un año, podrán cruzar la puerta y, en todo caso, según el mensaje del Papa, la “Puerta Santa” debe abrirse a partir de este momento en el corazón de todos los seres humanos porque el propósito de esta fiesta católica es el perdón general de todos los pecados.
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El Papa Francisco empujó con fuerza y con sus propias manos “La Puerta Santa” cerrada durante los últimos catorce años[2] con cemento en su parte interior, el cual fue removido cuidadosamente días antes de su apertura, el pasado domingo 8 de diciembre de 2015. Con reverencia y respeto, el Santo Padre rezó antes de atravesar la puerta y esperó la llegada de la segunda persona que debía cruzarla, el Papa emérito Benedicto XVI, quien llegó a paso lento y con bastón, para saludar -finalmente- y con fraternal afecto al Papa Francisco.
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La misericordia, entendida como la inclinación a sentir compasión por los que sufren, es una cualidad de Dios, en cuanto ser perfecto, que perdona los pecados de las personas. Cualidad tan valorada por los católicos y cristianos como por los musulmanes y judíos que consideran la misericordia como el primer atributo del Dios único.
En el mundo de los hombres, es una virtud que inclina a la compasión, al perdón, a la búsqueda de soluciones que alivien las miserias ajenas, es en definitiva, un gran valor humano.
El Papa Francisco ha dicho que «entrar por la puerta significa descubrir la profundidad de la misericordia del Padre que acoge a todos y sale personalmente al encuentro de cada uno. Será un año para crecer en la convicción de la misericordia» y agregó «se comete una gran ofensa a Dios y a su gracia cuando se afirma ante todo que los pecados son castigados por su juicio, en vez de anteponer que son perdonados por su misericordia».
BREVE EXPLICACIÓN DE LAS PUERTAS DE LA BASÍLICA DE SAN PEDRO.
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La Basílica papal de San Pedro, comúnmente llamada Basílica de San Pedro, está considerada uno de los lugares más sagrados de la Iglesia Católica. Se encuentra ubicada en el mismo lugar donde fueron enterrados los restos del apóstol San Pedro, primer Papa del catolicismo. Pese a no ser la sede oficial del Papa, ni ser la primera basílica de Roma, es considerada la principal iglesia pontificia escogida para celebrar en ella la mayoría de ceremonias papales. A la Basílica se accede desde el pórtico por cinco puertas, de izquierda a derecha son: “Puerta de la Muerte”; “Puerta del Bien y del Mal”; “Puerta de Filarete”; “Puerta de los Sacramentos” y la “Puerta Santa”.
La “Puerta de la Muerte”, tomó su nombre por ser la puerta de salida de los cortejos fúnebres de los papas y en uno de sus cuatro paneles está representado el asesinato de Abel[3], la muerte de José[4], el martirio de San Pedro[5]; la muerte de Juan XXIII[6]; la muerte en el exilio de Gregorio VII[7] y seis animales en el acto de la muerte.
La “Puerta del Bien y del Mal”, donada al Papa Pablo VI, al cumplir 80 años. En la hoja derecha se representa la bondad y en la izquierda, la maldad.
La “Puerta de Filarete” o llamada también la “Puerta Central” está dividida en dos hojas. En los cuadros en la parte superior se representan a la izquierda a Cristo entronizado y a la derecha la Virgen entronizada. En los paneles centrales están San Pedro entregando las llaves al Papa Eugenio IV y San Pablo[8] con una espada y un jarrón de flores. Los cuadros inferiores representan el martirio de los dos santos: a la izquierda, la decapitación de San Pablo, y a la derecha la crucifixión de San Pedro.
La “Puerta de los Sacramentos” aparece un Ángel anunciando los siete sacramentos y la predicación. Es la puerta por la que normalmente se entra a la Basílica de San Pedro.
Y la “Puerta Santa” ubicada a la derecha de la Basílica. Esta puerta está elaborado en bronce. Fue donada al Papa Pío XII[9] por los católicos suizos para el jubileo del año 1950. En las dos hojas que conforman la puerta se encuentran el escudo de Pío XII y la bula[10] de Bonifacio VII[11].
Esta puerta permanece cerrada en su parte interior, con cemento. Únicamente el Papa puede abrirla y cerrarla en los Años Santos. Justamente ha sido abierta este 2015, por el Papa Francisco, dentro de los preparativos del año del Jubileo de la Misericordia. El último Papa en abrirla fue Juan Pablo II, en el año 2000, Año del Magno Jubileo.
[1] El Año del Jubileo de la Misericordia termina el 20 de noviembre de 2016.
[2] “La Puerta Santa” se abrió la última vez, en noviembre del año 2000 y se cerró en el año 2001.
[3] Abel, significa “El que está con Dios”. Abel, segundo hijo de Adán y Eva fue asesinado por su hermano Caín y está considerada como la primera muerte de un ser humano.
[4] José de Nazaret, esposo de María, la madre de Jesús de Nazaret.
[5] Simón Pedro, discípulo de Jesús de Nazaret. Pescador de oficio en el mar de Galilea. Figura de primer orden y de profundo valor teológico en razón del ministerio que le confirió el propio Jesucristo.
[6] JUAN XXIII, de nombre Angelo Giuseppe Roncalli. Papa Número 261 de la Iglesia Católica (1958-1963). Recordado como el “Papa Bueno”, convocó el Concilio Vaticano II renovando la orientación pastoral de la Iglesia Católica.
[7] Gregorio VII, de nombre Hildebrando Aldobrandeschi, elegido Papa el 22 de abril de 1073 fue canonizado por Benedicto XIII en el año 1726.
[8] Pablo de Tarso, martirizado bajo el gobierno de Nerón. Conocido como Apóstol de los gentiles, el Apóstol de las naciones o simplemente el Apóstol.
[9] Papa número 260.
[10] Una bula es un documento sellado con plomo sobre asuntos políticos o religiosos, en cuyo caso, si está autentificada con el sello papal, recibe el nombre de bula papal o bula pontificia.
[11] Papa número 193. (1294/1303). Bonifacio VIII convocó al primer jubileo en el año 1300.