Profesor de Derecho Procesal de universidades como la de Messina (1915), Módena (1918), Siena (1920) y Florencia (1924) de la que fue rector. Calamandrei fue abogado, jurista, periodista y político florentino cuyos ensayos “Demasiados abogados”, “La Universidad del Mañana” y “Elogio de los Jueces escrito por un abogado” continúan siendo objeto de lectura en el mundo entero.
Director del Instituto de Derecho Procesal Comparado de la universidad de Florencia; Director con Francesco Carnelutti de la revista “Derecho Procesal”; de la publicación “El Foro Toscano”; del “Comentario Sistemático de la Constitución Italiana”. Con Carnelutti y Enrico Redenti, dos de los más importantes inspiradores del Código de Procedimiento Civil Italiano fundó en 1940 la revista “El Puente”.
Calamandrei se opuso a los totalitarismos, defendió la libertad y la democracia. Muy joven escribió su libro “Demasiados Abogados” en el que expresó su pesadumbre ante el ocaso y la decadencia intelectual y moral que percibía en los abogados italianos de su época. Años después escribió “Elogio de los jueces escrito por un abogado” (1999) reflejando mayor confianza en jueces y abogados.
“Mientras el proceso se concebía como un duelo entre los litigantes, en el cual el magistrado, a modo de árbitro en campo de deportes, se limitaba a anotar los puntos y a controlar que se observaran las re-glas del juego, parecía natural que la abogacía se redujera a un certamen de acrobacias y que el valor de los defensores se juzgara con criterio, como si dijéramos, deportivo. Una frase ingeniosa, que no hiciese avanzar un paso a la verdad, pero que atacase en lo vivo cualquier defecto del defensor contrario, producía el entusiasmo del público, como hoy, en el estadio, el golpe maestro de un futbolista. Y cuando el abogado se levantaba para informar, dirigía-se al público con el mismo gesto del púgil que al subir al ring muestra la turgencia de los bíceps. Pero hoy, cuando todos saben que en cada proceso, aun en los civiles, se ventila, no un juego atlético, sino la más celosa y alta función del Estado, no se acude a las Salas de justicia para admirar escaramuzas. Los abogados no son ni artistas de circo ni conferenciantes de salón: la justicia es una cosa seria. Yo me pregunto —me decía confidencialmente un juez— si en el comportamiento extraño de ciertos abogados en la audiencia pública, no habrá la misteriosa intervención de algún médium”. Calamandrei en su libro “Elogio de los jueces escrito por un abogado”