"Un payés visitaba la Universidad de Montpellier y vio una clase con muchos jóvenes sentados en sus bancos ordenados y leyendo libros. Pensó que aquello era una iglesia y se hincó de rodillas para rezar. Díjole entonces un estudiante:
- Levantáos, que aquí no hay Iglesia.
- Pues ¿qué hacéis vosotros?
- Nosotros estudiamos Derecho y, Dios mediante, seremos juristas.
Cuando el payés oyó que todos aquellos habían de ser juristas, comenzó a santiguarse y a decir en alta voz: "¡Oh triste, oh pobre de mí! El mundo está perdido, pues si un solo jurista que hay en mi lugar nos ha deshecho a todos, vosotros, que sois tantos, destruiréis todo el mundo". Por Francisco Eximeniç.