LE COGIERON MIEDO AL SECTOR FINANCIERO

18 Nov 2008
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Además de las enseñanzas que deja para los organismos estatales, cuya improvidencia y omisión fueron ostensibles con respecto al desplome de las famosas “pirámides”, en los oscuros vericuetos y pasadizos de las cuales -peores que los de las construcciones egipcias- se han esfumado millones de pesos de ingenuos ahorradores, quedan también sobre el tapete las graves falencias que muestra la relación entre los bancos e instituciones financieras y sus potenciales clientes.


A no dudarlo -y eso es muy grave- la gente le está cogiendo miedo al ahorro y a las inversiones en las entidades intermediarias formalmente organizadas pertenecientes al sector financiero.


Dichas instituciones, que en Colombia cobran a sus deudores las más altas tasas de interés del mundo, no otorgan a los depositantes condiciones equivalentes, y ni siquiera lejanas, en materia de rendimiento, y, por el contrario, quien abre una cuenta de ahorros en una entidad financiera sabe muy bien que, desde el principio, comienza a perder: descuento por cuota de manejo, impuesto del 4 por mil, descuento por transacción, cada vez que pide el saldo o que retira parte del dinero que es suyo (cuando funcionan los cajeros).


Véase que, de cero a trescientos mil pesos, los bancos no pagan intereses al depositante, pero sí le quitan la cuota de manejo; y el máximo interés que pagan, sólo cuando se tienen depositados más de trescientos millones de pesos, es del 2.8%.


Por su parte, los deudores de los bancos, que son normalmente los mismos depositantes, tienen que afrontar, aparte de los desproporcionados intereses corrientes y de la corrección monetaria en créditos hipotecarios -contra claras y contundentes sentencias de la Corte Constitucional-, los costos administrativos, el interés compuesto y las equivocaciones -siempre en su contra- del sistema.


Además, un día de mora en el pago de las cuotas equivale no sólo a los intereses moratorios sino a soportar, obligatoriamente, el acoso y el apremio de funcionarios cobradores que no vacilan en llamar por teléfono al deudor a altas horas de la noche, o en días festivos, vociferantes y amenazantes. Y después, aunque pague, viene la inclusión de la persona en el banco de datos, en el que figurará como deudor moroso por los siglos de los siglos.


La relación con los bancos se constituye en un verdadero martirio para los usuarios, no solamente cuando adeudan, sino cuando depositan. Y los bancos no responden cuando las tarjetas son clonadas, o cuando misteriosamente, y sin que nadie explique la razón, los fondos depositados se disminuyen en mucho más de las cantidades retiradas.


¿Todo esto no explicará la desbandada de los clientes hacia otras modalidades de ahorro o inversión, sin tanto mal trato?

Modificado por última vez en Sábado, 28 Junio 2014 20:16
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