EL DRAMA ANUAL DE LOS BACHILLERES

05 Ene 2013
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POR OCTAVIO QUINTERO

No todo nos cabe en el carro de la Paz, como quisiéramos. Pero es que hay bártulos que no podemos dejar por fuera. Uno de ellos es la educación.
 
La parábola del ser humano podría encasillarse en tres etapas bien características de la vida: 1) Cuando nace, como hasta los cinco años, es el centro de todo; 2) Como hasta los 16, toda la familia está pendiente de su educación básica y, 3) Desaparece de la sociedad y se vuelve a ver como a los 25, muy definido ya lo que va a ser en la vida.
 
Esa es la etapa más crítica de la vida: la que transcurre entre los 16 y 25 años, cuando pensamos que ya somos alguien, pero no; y nuestros padres y acudientes, por distintas razones (generalmente de tipo económico en nuestros países), nos dejan al azar.
 
La noticia de todo principio de año, como la siguiente, no deja dudas del aserto anterior:
 
El drama anual de los bachilleres: ¿Sabe usted qué se hacen 373.000 jóvenes bachilleres que se gradúan anualmente en Colombia y no ingresan ni a la universidad ni a alguna carrera técnica o tecnológica?
 
Las asociaciones de padres de familia revelaron que de los 450.000 bachilleres que egresaron de la educación pública y privada el año pasado, solo el 10 por ciento pasó a la universidad y un 7 por ciento más a la educación técnica o tecnológica. Esto es, 76.000 jóvenes que le siguieron apostando a un futuro mejor a través de una mayor educación.
 
¿Y el resto? Según estas mismas asociaciones, algunos entran al mercado laboral y la mayoría se queda sin hacer nada: ni estudiando ni trabajando. Son los nuevos contingentes de la vagancia, fácilmente presas de las redes delincuenciales y subversivas en sus distintas expresiones: guerrilla, narcotráfico, bandas criminales y delincuencia común.
 
La inmensa mayoría de estos jóvenes que se quedan sin qué hacer, ingresa al mercado del ocio, dispuestos a la drogadicción, el alcoholismo, la prostitución…
 
Por ahí se ha oído algo sobre “Mi primer empleo” y sobre una reforma educativa que resultó un fiasco, de esos que el gobierno engaveta y nadie se vuelve a ocupar del asunto, hasta que caducan, como el ICETEX, creado para financiar los estudios superiores de los más pobres, ahora nadie sabe qué hace.
 
Mientras la educación en Colombia siga siendo una cuestión de élite; un perverso mecanismo de discriminación social, en principio, y laboral y económica, después, la nave de la Paz siempre andará surcando aguas tormentosas.
 
Modificado por última vez en Sábado, 28 Junio 2014 20:16
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