UNA COMEDIA EN DOS ACTOS

26 Jun 2012
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POR: OCTAVIO QUINTERO

Acto primero: ¡Arriba el telón!
 
Un clamor nacional, que hizo horrorizar al propio presidente Santos, tumbó la reforma a la justicia. Este no debe ser el final sino el comienzo de un juicio político que debe concluir con las debidas sanciones a los responsables intelectuales y materiales de haber urdido el más artero ataque a la parte que todavía nos queda de decencia y ética nacional.
Si el país fuera capaz de sancionar, al menos moralmente, a los inspiradores de la afrenta, quizás ellos saldrían de la escena, o al menos no seguirían tan cómodos esperando su oportunidad de tomar el mando y seguir con la trama en ese eterno retorno de Nietzsche que bien  traducido a nuestra malicia indígena no significa más que… “los mismos con las mismas”.
Si fuéramos capaces de llevar a los estrados judiciales a los autores materiales y meterlos a la cárcel, bajo el cargo de “abuso de poder”, tal vez serviría de ejemplo a los futuros parlamentarios y también a los electores.
Vamos a ver. Por ahí ya se han entablado algunas demandas ante la Corte Suprema de Justicia. Con el mismo entusiasmo con que se abocó el tema del referendo revocatorio de la fallida reforma a la Justicia, debiera tomarse este proceso de juzgamiento.
Hay que insistir en la dignidad nacional. El país no puede seguir admitiendo que en el conciliábulo de una Unidad Nacional, donde se asienta el cien por ciento del Gobierno y el 90 por ciento del Congreso se sigan urdiendo reformas como esta de la justicia que nos llenó la copa, precisamente porque otras gotas del mismo ajenjo han exacerbado los ánimos, como la de las transferencias regionales, la educativa, la de la sostenibilidad fiscal, por mencionar algunas en cuya lista no se agota el tema porque en la misma olla se cocinan las anunciadas reforma tributaria y pensional.
Si enjuiciamos a los autores materiales del esperpento y notificamos a los autores intelectuales de que ya los tenemos fichados, quizás, como en los albores de la independencia, no habremos dejado pasar en balde este momento de efervescencia y calor…
 
Acto segundo: ¡Abajo el telón!
 
Un sonoro aplauso debe estar saludando la decisión del presidente Santos de objetar todo el texto de la reforma a la justicia que, por esa vía, tiene las horas contadas.
O sea, se acabó el recreo: no habrá referendo revocatorio porque… ¿Qué vamos a revocar? Como dice el dicho: muerto el perro, muerta la chanda.
Muchos activistas del referendo volverán a casa creyendo haberle ganado el pulso al gobierno. Entre ellos, el  aguerrido senador Robledo quien  escribió en  su web que toda la reforma a la justicia debería hundirse…
¡Y se hundió! Démoslo por hecho, porque ya está cocinado el acuerdo: el presidente Santos y su Mesa de Unidad van a esconder la “prueba reina” de la más grande afrenta a la Justicia que se haya urdido en los últimos tiempos.
Hundir la reforma era lo único que los salvaba del juicio público que tenían abierto en el expediente político, desde el momento mismo en que se conocieron los primeros esbozos del artero ataque.
Los actores de la trama pasan ya a bastidores, dejando atrás el eco de los aplausos, porque ellos son como los peces que cuando mueren, flotan.
Esta fue una deliciosa comedia de la vida real que, casi siempre, dicen muchos, supera la ficción. Ya me soñaba viendo interminables colas de gente firmando el referendo; ya me soñaba leyendo el texto: “El Constituyente Primerio, en su infinita sabiduría, por encima de la cual solo está Dios, decide revocar el mandado dado a los senadores y representantes elegidos para el periodo 2010-2014… Y era apenas el comienzo.
¡Ah!: y los sueños, sueños son…
Modificado por última vez en Sábado, 28 Junio 2014 20:16
Elementos de Juicio

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