Nació en Arpino (Italia) en el año 106 a.C. y murió en Formies (Italia) en el año 43 a. de C. Orador, político, jurista, filósofo y escritor romano. Sus discursos elegantes, claros y certeros sobresalieron y lo hicieron merecedor de gran respeto en el Imperio Romano.
Fue alumno destacado de los oradores y jurisconsultos más famosos de la época. En el año 82 a. de C. comenzó sus estudios de derecho para convertirse muy pronto en uno de los abogados más célebres y respetados de Roma. Posteriormente viajó hasta Grecia donde continuó sus estudios siendo discípulo del epicúreo Fedro y del estoico Diodoto; tomó lecciones en la Academia y fue estudiante notorio de los maestros en oratoria, Molón de Rodas y Posidonio.
Una vez regresó a Roma, aceptó defender a los sicilianos oprimidos por el antiguo Magistrado Verres. Sus alegatos llamados “Verrinaes” terminaron condenando al Magistrado, lo que le trajo a Cicerón –en su calidad de abogado- gran prestigio y respaldo de la plebe.
Como político su carrera fue igualmente brillante. Cicerón, defendió el republicanismo y pregonó la necesidad de un hombre fuerte en el poder, como único medio efectivo para dotar al Estado de estabilidad y permanencia. Para Cicerón, Pompeyo, representaba todo lo que sus ideas de un hombre fuerte al servicio del poder, simbolizaban. No obstante, la historia dice que Pompeyo no correspondió con creces las simpatías manifestadas hacia él, por Cicerón, en público y en privado. Fue nombrado cónsul del Senado y desde ese estrado hizo fracasar la reforma agraria propuesta por Rullo y se opuso a la conspiración de Catilina lo que se consideró una de las batallas más dramáticas y peligrosas de su carrera política. Los discursos –los más celebres de su brillante carrera como orador- pronunciados por Cicerón en el Senado, se llamaron “Catilinarias” y estuvieron orientados a obtener la aprobación de una orden de ejecución contra los conspiradores. No obstante, fueron éstos, los que le significaron el exilio, años más tarde.
Posteriormente el Senado, diezmado por las luchas civiles, conformado en su mayoría por seguidores del cónsul Antonio[1]; anunciaban que los días de gloria para Cicerón, habían cambiado. Las alianzas, conformadas para esa época, más por razones e interés políticos y mezquinos que por motivos morales y ecuánimes, acabaron con sus adversarios políticos y Cicerón era uno de ellos.
El 7 de diciembre del año 43 a. de C., el cónsul ordenó el asesinato de Cicerón y dictaminó igualmente que sus manos y cabeza fueran expuestos en los rostra del Foro. Cicerón no se opuso a su ejecución y lo único que manifestó ante su condena, fue que se le matara de forma correcta.
Para algunos, Cicerón, fue un hombre fácilmente impresionable y de carácter sensible. Intemperante y de reacciones excesivas ante los cambios. Asinio Polión escribió de él: ¡Ojala hubiera sido capaz de soportar la prosperidad con mayor autocontrol y la adversidad con mayor energía!
Cicerón, escribió sobre la amistad: : Laelius, sive De amicitia, "Lelio, o Sobre la amistad" y la eleva a lo más digno de la naturaleza humana.
Sobre la vejez: Cato maior, sive De senectute, “Catón el Viejo” resalta las virtudes de una vejez saludable rebosante de experiencia y sabiduría.
“The officiis” “Sobre las obligaciones”, son tres libros. Escrito antes de su muerte y es una crítica a los gobiernos dictatoriales.
Como abogado, dejó sus defensas que fueron usadas por muchos a lo largo de los años. Escribió números discursos: Las Catilinias y las Verrinas, catorce Filípicas contra Marco Antonio. También dejó tratados extensos de retórica y oratoria. Su legado es muy extenso.
