JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO
Imagen: vanguardia.com
El pasado lunes se celebró en todo el mundo el día internacional de la no violencia contra la mujer. Aunque la preocupación por este grave problema tiene que ser permanente y no cosa de apenas un día, debemos entender que se trata de un símbolo y, además, es una oportunidad de reflexión colectiva.
En Colombia, no obstante las normas que han sido expedidas por el Congreso y las numerosas sentencias de la Corte Constitucional desde 1992, la situación actual de la mujer tiene unas características verdaderamente alarmantes, como lo expresan las cifras del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, al menos las que conoce a partir de su actividad, que no abarca la totalidad de los casos:
Según el Instituto, el año pasado más de 47.620 mujeres fueron agredidas por su pareja o ex pareja: una mujer atacada violentamente cada once minutos; 5,5 cada hora; 132 en un día; 3.698 en un mes. Y aproximadamente, por cada nueve mujeres que denuncian haber sido víctimas de violencia por parte de sus esposos o compañeros, sólo un hombre reporta lo mismo.
De acuerdo con el mismo Instituto, de los casos allí conocidos se concluye que cada media hora una mujer fue víctima de violencia sexual en Colombia; cada día se cometió el mismo delito con al menos 50 mujeres; cada mes 1.508 mujeres fueron violadas.
“Sisma Mujer” –según reveló la revista Semana- estableció que, mientras en 2011 hubo en Colombia más de 130 asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o ex parejas, en 2012 se registraron 138 casos. Y en los últimos meses, este año, los medios de comunicación han informado de numerosos crímenes cometidos contra mujeres en diferentes ciudades. Algunos de los casos son verdaderamente escalofriantes, como el de aquel individuo que, en Bogotá, mató a machete a su esposa, a su cuñada y a dos de sus niños, dejando a un tercero gravemente herido.
Ya se ha convertido en noticia diaria, que pasa prácticamente desapercibida para la audiencia, el caso de mujeres salvajemente golpeadas o muertas a manos de sus maridos, novios o compañeros. Muchas son las mujeres atacadas con ácido y desfiguradas. Cada vez más numerosas las llevadas mediante engaño a otros países en desarrollo de inaudita trata de personas. Incontables las abandonadas a su suerte por irresponsables que previamente las han dejado embarazadas.
Es un problema –más que de normas- de formación y educación, descuidadas por generaciones.