POR JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO
Imagen: www.unipymes.com
Veíamos por televisión las intervenciones de fin de año de varios presidentes en distintos países: entre otros, los jefes de gobierno de Ecuador, México, Argentina, España, Chile, y por supuesto, el de Colombia.
Si la única fuente de información sobre lo que pasa en el mundo fueran esos pre grabados , en el curso de los cuales los presidentes se presentan sonrientes al lado del árbol de Navidad para saludar a sus gobernados con motivo del Año Nuevo, todo sería dicha y prosperidad en el planeta. No habría pobreza, ni desigualdad, ni inflación, ni recesión, ni delincuencia, ni desempleo, ni inseguridad, ni carencias en materia de salud, de educación, de agua potable…En fin, cada país sería un paraíso.
La realidad es otra. Los pueblos sufren lo contrario. El hombre o la mujer que padece en carne propia el desempleo, la pobreza, la falta de oportunidades, la discriminación, o quien no entiende cómo hacer rendir el salario mínimo y su insignificante reajuste para enfrentar las alzas que se avecinan, contemplan esos programas de televisión con una sonrisa que más parece una mueca y que muestra a la vez indignación, frustración, incredulidad y hasta algo de compasión por el gobernante.
Sí. Los presidentes no son propiamente veraces en sus exposiciones. Suelen pintar todo color de rosa, con base en cifras de origen dudoso, y lo hacen con la seguridad (¿desfachatez?) que aconsejan los asesores de imagen.
Cifras. Manipulables y manipuladas. Como las que en Colombia han llevado al gobierno del Presidente Santos a informar que “Colombia es, de lejos, el país que más está creando empleo en América Latina”; que “un desempleo del 8.5% es el más bajo de los últimos once años”, o que “llevamos cuarenta meses seguidos bajando el desempleo mes tras mes” (datos tomados de la página virtual de la presidencia de la República), mientras la CEPAL afirma en su más reciente informe que Colombia es el país con mayor índice de desocupación y que es el único país en América Latina que mantiene un índice de dos cifras (10,6%). Todo lo contrario de lo que afirma el DANE.
Cifras manipuladas, para sustentar los discursos presidenciales. Como la que incluye con carácter de “empleo” lo que denominan “empleo sin remuneración”. Cuando todos sabemos que eso, por definición, no es otra cosa que desempleo. Y que la existencia de una remuneración es elemento esencial de la relación de trabajo, según nuestras leyes.