El editorial de El Tiempo sobre "Relevos en la Corte" (26-11-08), es de una bobería inmarcesible. Pedirle al presidente Uribe que se abstenga de imponer en las próximas elecciones de magistrados de la Corte Constitucional a sus amigos, es como amarrar un perro con longaniza, y esperar que el animal se babee pero no trague.
Amen de que este presidente ha dado muestras de ser el más clientelista de la historia, al punto que no le ha importado nombrar a altos funcionarios internos y en el exterior con claras cuentas pendientes con la justicia, o al menos con claros impedimentos morales y éticos tiene, además, en estos momentos, dos poderosas razones para imponer como sea a sus más dilectos amigos e incondicionales secuaces en las altas cortes, el Banco de la República, la Defensoría del Pueblo, la Fiscalía, la Procuraduría, el servicio exterior, la Contraloría, o donde quiera que pueda meter las manos o las patas, ahí estará hurgando porque, si consigue la segunda reelección, los necesita; y si se va, pues qué mejor.
Es de una inocencia inmaculada el editorial cuando pide (...) "demandar del Gobierno un inequívoco mensaje a favor de preservar el fundamental equilibrio de los poderes que caracteriza a una democracia seria".
Cierto que esos pesos y contrapesos es lo que caracteriza a una democracia seria. ¿Pero quién dijo que en Colombia se vive en una democracia seria? ¿Acaso fue seria la primera reelección que obtuvo Uribe con derecho a cohecho y todo y que El Tiempo apoyo? ¿Fue seria, propia de una democracia madura, la decisión de la Corte Constitucional que convalidó ese delito cometido en desarrollo de una reforma constitucional?
No, flaco servicio se le presta a la endeblucha democracia colombiana haciéndole creer a estas alturas - y resultados- que Uribe pueda renunciar a la oportunidad que tiene como nominador de ternas para concentrar su poder en una eventual reelección, o para enervar al gobierno de turno así sea hijo de las más profundas entrañas de su seguridad democrática, porque Uribe es un dictador y nadie como él sufrirá en los últimos tiempos la viudez del poder y querrá, por ende, seguir a su sombra.
Entre paréntesis, nominador de ternas para las altas cortes y los altos cargos de control y vigilancia que se deciden en un Congreso cogido de los testículos, como lo demostró desde el momento mismo en que le ordenó a los parlamentarios uribistas ir votando los proyectos mientras los metían a la cárcel ¡Y así fue!
El pueblo colombiano no puede esperar nada de Uribe, por las buenas. Hay que quitarle el poder. Hay que tumbar este régimen de su pedestal para instalar un nuevo régimen; un régimen socialista que haga respetar los derechos de los más débiles en vez de imponer los intereses de los más ricos sobre la sociedad.
Como paradoja, fuera bueno que el uribismo forzara la segunda reelección del elegido a ver si nos damos el lujo de aplastarlo en las urnas.