El hundimiento de la llamada Reforma Política -una más, después de la que, con el mismo nombre, se introdujo en 2003- tiene varios significados que vale la pena examinar:
- Significa, ante todo, que la conocida parapolítica, con el alto número de congresistas detenidos o sometidos a proceso penal, sí ha afectado -y de manera grave- al Congreso como institución, pues en esta oportunidad, bien a través de los impedimentos aceptados, de las ausencias forzadas de los involucrados procesalmente, de las ausencias voluntarias (que son verdaderas faltas) de quienes sencillamente no quisieron acudir a las sesión de la Comisión Primera del Senado, ha sido la parapolítica la que, por paradoja, ha hundido la reforma constitucional contra la misma parapolítica.
- Significa también que los miembros del Congreso, por lo menos varios de ellos, no están interesados en sanear la política, y probablemente les parece muy bien que las cosas sigan como están y que los grupos delictivos sigan influyendo en la elección de los congresistas.
- Significa que el Gobierno Nacional, a pesar de lo que había dicho inicialmente en el sentido de apoyar la reforma, tampoco tenía intención alguna de hacer un corte claro y contundente que permitiera separar lo que viene pasando en la política colombiana de lo que en el futuro -y como ideal- quisieran los ciudadanos ver cristalizado en nuestras instituciones.
- De la misma forma, significa que el gobierno tenía temor de que, al aplicar la silla vacía a partir de las decisiones judiciales de privación de la libertad y no del fallo condenatorio definitivo, se viera ostensiblemente disminuida su mayoría en el Congreso, y probablemente diezmada, dado el alto número de congresistas afectados por la parapolítica pertenecientes a los partidos que conforman la coalición uribista.
- Significa, de otro lado, que las conveniencias políticas coyunturales prevalecen entre nosotros sobre los grandes propósitos nacionales, y aunque la reforma propuesta no era la panacea -e incluso, quien esto escribe estima que el nombre de reforma política era demasiado grande para titular el contenido del proyecto-, al menos estábamos dando un paso hacía adelante en la urgente tarea de responsabilizar a los partidos y movimientos políticos por la escogencia de sus candidatos, y -lo más importante-, de buscar una verdadera independencia del Congreso y una mayor transparencia de los procesos electorales.
- Significa que los procesos de reforma constitucional en Colombia se adelantan según las motivaciones propias de la coyuntura, sin la indispensable seriedad en los propósitos, y sin un criterio coherente, de Gobierno, Congreso y sociedad acerca de la trascendental función que cumplen las cámaras cuando actúan como Poder de Reforma, o -en el lenguaje de los tratadistas-, como Poder Constituyente Derivado o Secundario. A tal punto llega la displicencia con la cual se mira tal función, que toda una reforma constitucional se arma, se desarma o se vuelve a armar en un desayuno.
- Finalmente significa que el Congreso no se respeta a sí mismo como institución.