Cuando los contradictores empiezan a coincidir en sus tesis, sin que nada fundamental haya cambiado en el campo de la discusión, es porque alguno de ellos está intentando confundir al enemigo para tenderle alguna trampa. No puede haber coincidencias en la forma sin que en el fondo las cosas hayan cambiado, o sin que una de las partes que antes veía bien lo que estaba mal haya empezado a ver mal lo que siempre estuvo mal. Esto es de Perogrullo.
El cuento viene al caso porque el presidente de la Andi, Luís Carlos Villegas, vocero preclaro del neoliberalismo en los últimos 12 años en que ha presidido la poderosa organización del sector privado colombiano, curiosamente ahora le parece equivocada la política monetaria y cambiaria del Banco de la República y se opone, además, a la reelección del presidente Uribe.
En el reportaje a Yamid en el diario El Tiempo, Villegas dice dos cosas contundentes: 1) Que una eventual segunda reelección de Uribe no es conveniente ni para las instituciones, ni para el país ni para él; y, 2) Que el Banco de la República no puede circunscribir su política monetaria al mero propósito de controlar la inflación.
En el punto primero, uno debiera pensar que el conductor de la ANDI ha empezado a ver mal lo que siempre estuvo mal, como oportunamente fue subrayado por quienes siempre vieron muy bien que este gobierno de Uribe lo estaba haciendo muy mal y que, por tanto, reelegirlo era refrendar en lo económico al neoliberalismo y en lo político al fascismo.
En el punto dos, el líder gremial nos intenta descubrir lo que desde hace años Eduardo Sarmiento y otros han venido repicando en diversas formas: que el Banco de la República no está sólo para combatir la inflación sino también para propender conjuntamente con el gobierno nacional por el buen desempeño de la economía en general, función constitucional que contraviene alcahueteado por el mismo gobierno,
En el punto uno, hubiera resultado muy valioso que este magnate del sector privado hubiera visto que la reelección del presidente Uribe resultaba una fisura muy profunda en una democracia basada en pesos y contrapesos precisamente derivados de la no reelección presidencial, ni inmediata ni posteriormente.
Cuando los analistas advirtieron esto, salió el rey de los diminutivos, Fabio Echeverri, por entonces poderoso asesor presidencial de Uribe, a decir que se trataba tan solo de la reforma de un articulito. Un articulote, diríamos ahora, que le ha permitido a Uribe cooptar la Corte Constitucional, el Consejo Superior de la Judicatura, la Fiscalía, el mismo Banco de la República, la Contraloría y ene mil instancias menores que han puesto el poder en manos de quien sí sabe muy bien para qué es el poder.
En el punto dos, también le estaría muy agradecido el país laboral al presidente de la ANDI que desde un comienzo hubiera dicho que (
) El Banco (emisor) no puede usar el debate constitucional como escudo para no mirar la economía completa. También tiene que preocuparle no frenar el crecimiento económico, no quebrar exportadores, no desestimular el empleo. ¿Qué gana con pasar el año con aclamación por tratar de controlar la inflación, mientras sus medidas quiebran empresas y conducen el desempleo a niveles que no tienen antecedentes? Además, tampoco va a lograr controlar la inflación.
Pues, mi querido Villegas, esto es lo que usted y su gremio han venido aplaudiendo desde 1992 en que la flamante autonomía del Emisor sólo ha servido para cambiar una inflación de un dígito por un desempleo de dos dígitos que persiste a pesar de los continuos cambios de metodología en la medición del Dane para enmascarar las cifras y ocultar el problema. Lo anterior sin tener en cuenta que con el auspicio del gobierno y el aplauso empresarial, el Emisor ha venido malévolamente proyectando anualmente una inflación que siempre resulta superior a la proyección pero que sirve para determinar a priori el incremento salarial del mínimo con lo que, hasta donde se estableció la última cuenta, entre el Emisor, el gobierno y los empresariales le han robado a los trabajadores aproximadamente 12 puntos de su ingreso real en los últimos años en gracia de anclar una inflación baja merced al empobrecimiento general de la clase laboral.
Lo que pasa es que ahora, como el asunto toca directamente con el interés empresarial, ya no ve bien que el emisor pase el año con una inflación baja a costa de quebrar empresas en vista de que ya no tiene de donde seguir quebrando salarios.
En cuanto a que se oponga a la reelección de Uribe, no parece que sea una ardorosa defensa de la democracia, como se presenta en el reportaje de Yamid sino, más bien, que en estos seis años de Uribe y los dos que le faltan, la poderosa empresa privada colombiana se da por bien servida y necesita una nueva ubre más laxa y fácil de ordeñar.
Por eso es importante tener en cuenta que este cambio de opinión del presidente de la ANDI no apunta a que sea necesario cambiar las reglas del juego económico, político y social del país, sino que uno de los jugadores, los usufructuarios del modelo económico y de la seguridad democrática, quiere cambiar de tallador para refrescar la mano.
El 26 de febrero advertimos, en una columna que se intituló Se soltaron los perros, que ciertos reclamos de neoliberales como Hommes, Montenegro y Juan Camilo contra algunas medidas económicas de Uribe, más parecían un azuzar de perros. Pues, el reportaje de Villegas lo que advierte es que tras los latidos de los perros, el amo ha ordenado al esbirro salir a ver quién anda por ahí.