Interviene el Senador Jorge Enrique Robledo en el debate sobre la revaluación. Plenaria del Senado de la República, 12 de junio de 2012.
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Lo dijo Stiglitz: la producción no puede sobrevivir con los actuales niveles de revaluación. Ni la minería ni la inversión extranjera reemplazan las pérdidas. La primera causa, la burbuja especulativa. Otra, la devaluación del dólar. EU le dice a Colombia: haga lo que le digo, no lo que hago. El déficit de la balanza de la cuenta corriente, la deuda externa y la crisis mundial presagian tiempos muy difíciles. A Colombia le va a pegar durísimo la crisis.
Pienso que aquí hay una coincidencia básica sobre el descomunal daño que la revaluación le hace a la economía nacional. No voy a entrar en detalles, pero no es posible que ni la agricultura ni la industria puedan sobrevivir a niveles de revaluación como los que padecemos. Lo hizo ver Stiglitz cuando estuvo aquí hablando en el Gimnasio Moderno y es un hecho evidente. Revaluaciones del orden del 30 ó del 40 por ciento, sostenidas además a lo largo del tiempo, desbaratan el café, las flores, el banano, el arroz, lo que uno quiera, sobre todo en un ambiente de liberación de importaciones, porque si no, digamos que algo se podría corregir con aranceles o licencias previas. Quiero entonces empezar señalando que a mi juicio hay una coincidencia en que el daño es descomunal.
Y creo que también se puede coincidir en otra cosa: la minería no es capaz de reemplazar lo que se está perdiendo en agricultura e industria. Es que si la minería le sumara al desarrollo industrial y agropecuario, uno podría decir, aun con todos los problemas de la minería, bueno, haciéndola mejor, estaríamos sumando.
La inversión extranjera por sí sola tampoco es capaz de resolver el problema. Un país de las condiciones de Colombia no sobrevive –en condiciones de civilidad, digo yo– a la destrucción de su aparato productivo, de la industria y el sector agropecuario. Y más con la irresponsabilidad de clavarnos los TLC. Es inaudito. El TLC con Estados Unidos ya en 2006 era la peor decisión desde la independencia de España, y ahora, por la revaluación, es 30 ó 35 por ciento más grave. Es lo que ha sucedido. Y además entonces, como si fuera poco, TLC con la Unión Europea, y TLC con Canadá, y TLC con Corea, y TLC con Turquía, y TLC con todo el mundo, para que nos arrasen. Se cayó incluso ya en el acto medio esquizofrénico de hablar de TLC con China.
Si no se supieran los intereses y los ganadores que hay detrás de estas políticas, y lo mucho que se embolsillan algunos con la destrucción de la economía colombiana, pensaría que están locos. No, no están locos. El país lo que está es lleno de comisionistas, de intermediarios, de nativos que se lucran con la desgracia de la economía nacional.
¿Cuál es la causa del fenómeno? También es más o menos fácil de diagnosticar. De una parte, todo el conjunto de las políticas neoliberales de permitir que los capitales golondrinas y especulativos vengan a Colombia a hacer de las suyas. Cosas tan monstruosas como el carry trade, maletas físicamente llenas de dólares o de euros entrando a Colombia, no a la producción sino a la especulación. Una burbuja especulativa en lo inmobiliario, en lo financiero, en todo, intentando reemplazar la industria y del agro nacional. No puede, por supuesto. Pero sí los destruye.
Y otro factor, curiosamente no mencionado por la gente del Banco de la República, es la decisión deliberada y ultraagresiva del gobierno norteamericano de devaluar el dólar. En eso es en lo que estamos. La presidenta de Brasil ha hecho el reclamo público. Ha dicho, cómo es posible que Estados Unidos devalúe el dólar como táctica fundamental de sus relaciones económicas internacionales, para inundarnos de productos y para defenderse de las importaciones. Y devalúa el dólar en una operación que casi podría llamarse de falsificación de moneda. Porque aquí de lo que estamos hablando es de crear dinero sin respaldo en los sectores fundamentales de la economía norteamericana. Y en esas circunstancias, no es posible resolver el problema. Está otra vez Estados Unidos en la teoría de “haga lo que le digo, no lo que hago”.
Y el ministro Echeverry renuncia nuevamente y de manera expresa al principal instrumento que habría que aplicar, el control de capitales. Lo está recomendando hasta el propio Banco Mundial. Y aquí, como rezando una oración, el ministro Echeverry dice “es que yo no soy partidario del control de capitales”. Pues no es partidario y la economía la va a seguir destruyendo.
Pero ojo, y esto es muy grave, colombianos, este boom de la burbuja especulativa que ha medio mantenido funcionando la economía colombiana ya no da más. Los niveles de endeudamiento se han vuelto insoportables, los precios de los activos no pueden subir más, los horrores del precio de la vivienda no son sostenibles. Y la prueba de que no son sostenibles es que aquí hay un indicador que tampoco se menciona. El déficit de la balanza de la cuenta corriente, que mide la relación de los dólares que el país produce y los que necesita para mantener su comercio internacional, es de un calibre superior a 10 mil millones de dólares, descomunal en términos porcentuales del Producto Interno Bruto. Y ojo, contando como si fueran producidos en Colombia los 4 mil millones de dólares de las remesas que nos mandan nuestros compatriotas. Y hablemos de dos o tres mil millones de dólares del narcotráfico y lo que tenemos es una economía desbaratada, además con unos niveles de deuda externa que tampoco dan más y que si se viene una devaluación, y es probable que se venga, van a generar un desbarajuste total.
Y a esto, sumémosle la crisis de la economía mundial. Aquí el ministro Echeverry intenta tranquilizarnos. Pienso que no es sensato pretender saltarse a la torera lo que está pasando en Europa. Se hundió Islandia, se hundió Irlanda, se hundió Portugal, se hundió Grecia y se está hundiendo España. Y si se hunde España, y se va a hundir más de lo que ya está, se hunde Italia. Y si se hunde Italia, fácilmente se hunden todos los banqueros del Viejo Continente, incluidos franceses y alemanes, para no mencionar a los belgas, que no duran ni un cuarto de hora. Y si el desbarajuste sigue, se cae China y se cae India y se cae Estados Unidos.
Nos podemos estar acercando a una crisis mundial de tales proporciones que la de los años treinta resulte ser un juego de niños. Con una complicación adicional. El arsenal de instrumentos neoliberales del libre comercio para atender la crisis está agotado. Ya no hay cómo bajar más la tasa de interés, no hay cómo aumentar más el gasto público. Lo que viene entonces es la solución del hambre, del desempleo, de la pobreza, que a su vez va a agravar más las cosas.
Voy a utilizar una figura, señor presidente. En algún momento en Estados Unidos dijeron (en un debate presidencial) ¡es la economía, estúpido! Bueno, aquí voy a decir, ¡es la globalización, imbécil! Lo que no funciona es el conjunto del modelo, lo que no funciona es el libre comercio, lo que no funciona es lo que viene haciendo el mundo desde hace mucho rato, incluido Colombia. Y a Colombia le va a dar durísimo la crisis. Ojalá me equivoque. Es una imbecilidad, palabra que usó hace unos meses el presidente Santos, suponer que se hunde la economía del mundo y no se hunde la de Colombia. Y ya le está pasando. El precio del petróleo se cayó en el 20%, el precio internacional del café se cayó en el 40%. ¡Ya estamos en el lío! Y no veo que el gobierno del presidente Santos, fuera de echar malos cuentos en los medios de comunicación, frases huecas carentes de contenido, esté haciendo nada en serio para impedir la debacle que nos amenaza.