POR OCTAVIO QUINTERO
Foto ularienalde.blogspot.com
Lo más parecido en Colombia a un partido de oposición serio, coherente y democrático es el Polo. Nunca antes se había dado en el país tan clara diferencia ideológica entre el régimen imperante y su alternativa política que implica, para centrar la idea, en un cambio de mentalidad; no de partidos o movimientos políticos forjados en hogueras de vanidad.
Su constancia dejada este viernes 20 de julio en el inicio de una nueva legislatura del Congreso es histórica, si es que algún día la izquierda en Colombia se gana un espacio en la vida nacional que le permita contar, sin tamices mediáticos, su propia historia.
El Polo no respaldó con su voto a ninguno de los nuevos directivos del Congreso por una razón evidente: todos ellos votaron la escandalosa reforma a la justicia, responsabilidad que no han reconocido ante el país.
No solamente no han reconocido su asalto a la moral pública y a la buena fe de sus electores, sino que el propio presidente Santos llegó con un discurso de “perdón y olvido” que se resume en un titular: “Ni revocatoria, ni constituyente”.
En el “sagrado recinto del Congreso”, como en antes se decía, por la suprema voluntad de Santos, seguirán atornillados a sus curules esos 82 impúdicos parlamentarios que tienen procesos penales y de pérdida de investidura, en cuya propia causa legislaron, secundados por quienes hoy detentan las máximas dignidades de presidentes y vicepresidentes del Congreso.
Quizás por no reconocerle nada a Uribe, a Santos sólo le faltó decirles: “Sigan legislando muchachos, mientras los meten a la cárcel”…
Cierto resulta que dentro de los partidos de la Unidad Nacional, no había más de dónde echar mano. Todos a una incurrieron en este indigno episodio político que se ha cerrado con la misma o mayor agresión institucional con que se abrió. Pero al menos, por vergüenza propia, en ese solemne acto de instalación de ayer, se le debió haber perdido perdón al país, o al menos hacer alguna alusión al arrepentimiento.
Que no se haya dicho ni una sola palabra al respecto, fue otra afrenta nacional.