POR JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO
Foto www.todanoticia.com
¿Improvisa el Presidente Santos en materia de relaciones exteriores? Todo indica que sí. No otra cosa se desprende de los palos de ciego que ha dado en cuanto al fallo de la Corte Internacional de Justicia sobre delimitación de áreas marinas con Nicaragua; de las variables decisiones adoptadas respecto a las relaciones con Venezuela, y ahora, del anuncio que acaba de hacer acerca del propósito de su gobierno de buscar acercamientos a la OTA N con el fin de hacer parte de esa organización.
En este último aspecto, nos preguntamos si el Jefe del Estado colombiano ignora los orígenes, la naturaleza y la composición, y sobre todo los estatutos de la OTAN, cuya sigla en español corresponde a una alianza denominada ORGANIZACIÓN DEL TRATADO DEL ATLÁNTICO NORTE. Pretender que Colombia haga parte de la OTAN, a menos que ésta modifique el Tratado Constitutivo y sus estatutos –lo que parece muy improbable- es tanto como si hoy nuestro país decidiera solicitar su ingreso a la Unión Europea o si antes hubiese querido entrar a ser miembro del Pacto de Varsovia, que agrupaba a los países socialistas de Europa del Este. O que quisiera ingresar como integrante de la Unión Africana.
¿Qué respondió la OTAN? Lo que tenía que responder: que le parece muy bien la cooperación de Colombia pero que lamentablemente Colombia “no cumple con los criterios geográficos para ingresar en un futuro en la Alianza Atlántica”.
Claro. La OTAN es una organización internacional nacida el 4 de abril de 1949, mediante Tratado firmado en Washington, entre países ubicados en el Atlántico norte. En el Tratado se declararon decididos a “salvaguardar la libertad, la herencia común y la civilización de sus pueblos, fundadas en los principios de democracia, libertades individuales e imperio de la ley; deseosos de favorecer el bienestar y la estabilidad en la región del Atlántico Norte; y resueltos a unir sus esfuerzos para su defensa colectiva y la conservación de la paz y la seguridad”.
Los miembros iniciales en 1949 eran Bélgica, Canadá, Dinamarca, Noruega, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Portugal y el Reino Unido. Luego se unieron, en diferentes años desde 1952, Grecia, Turquía, Alemania, Hungría, Polonia, República Checa, España, y desde 2004 Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Croacia y Albania. Como se ve, ningún país suramericano, precisamente por no estar geográficamente ubicado en el Atlántico Norte, y por no cumplir lo exigido en el artículo 10 del Tratado, que dispone: "Las Partes pueden, por acuerdo unánime, invitar a ingresar a cualquier Estado europeo que esté en condiciones de favorecer el desarrollo de los principios del presente Tratado y de contribuir a la seguridad de la zona del Atlántico Norte. Cualquier Estado que sea así invitado puede ser Parte del Tratado depositando el instrumento de adhesión correspondiente ante el Gobierno de los Estados Unidos de América. Este Gobierno informará a cada una de las Partes de haberse efectuado el depósito de dicho instrumento de adhesión". (He subrayado).
Vale la pena recordar lo que en dicho Tratado convinieron los Estados asociados, para ellos, no para otros:
“Las Partes convienen en que un ataque armado contra una o contra varias de ellas, acaecido en Europa o en América del Norte, se considerará como un ataque dirigido contra todas ellas y en consecuencia acuerdan que si tal ataque se produce, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva, reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, asistirá a la Parte o Partes así atacadas, adoptando seguidamente, individualmente y de acuerdo con las otras Partes, las medidas que juzgue necesarias, incluso el empleo de la fuerza armada para restablecer y mantener la seguridad en la región del Atlántico Norte. Todo ataque armado de esta naturaleza y toda medida adoptada en consecuencia se pondrán inmediatamente en conocimiento del Consejo de Seguridad.
Estas medidas cesarán cuando el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas necesarias para restablecer y mantener la paz y la seguridad internacionales”.
Es algo similar a lo que tenemos en América, en el marco de la Organización de Estado Americanos, OEA, con el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR, suscrito en Río de Janeiro en 1947 y del cual sí hace parte Colombia.
Pero, de otra parte, el anuncio de Santos dio lugar a la reacción de los países vecinos, que vieron en esa descabellada idea una amenaza, como lo sintetizó el presidente nicaragüense Daniel Ortega, para quien se trata de “una puñalada contra los pueblos de nuestra América”; una decisión que “no tiene ni pies ni cabeza”.
Valdría la pena que el Gobierno colombiano diera estos pasos a nivel internacional mejor asesorado y más seguro. Porque, como resulta de lo dicho por la propia OTAN, una cosa es la cooperación y otra muy distinta hacer parte de la Organización, lo que no puede hacer nuestro país, ni lo necesita teniendo el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca.