POR OCTAVIO QUINTERO
Foto aciprensa.com
Este Papa Francisco está diciendo cosas tan terrenales, como nunca antes otro Papa, siempre más ocupados de lo divino que de lo humano. Está diciendo casi herejías como esa de mandar a consulta psiquiátrica a todo el que no se considere pecador.
Ahora advierte que la persona más perversa que puede existir en el mundo es el corrupto. En su lenguaje religioso, el Papa acaba de decir algo terrible: “Los corruptos son el Anticristo".
Para comprender el alcance de esta aseveración, en labios de un Papa, bueno es recordar que dentro de las sagradas escrituras se contempla el advenimiento de un personaje que alterará el rumbo de la Humanidad, al que la Iglesia Católica, Apostólica y Romana llama Anticristo.
Tanto en el antiguo como en el nuevo testamento, la profecía se representa en una sombra siniestra, de figura soberbia y fatal; y en los diferentes libros de La Biblia, se le asignan nombres y apodos, entre otros el del mismísimo “Diablo” que muestra su personalidad, sus ambiciones, sus pactos y sus conquistas, a través de las cuales hará sufrir a millones de seres humanos a causa de su personificación total de la maldad.
Visto así, el Papa Francisco acaba de sindicar la corrupción en todas sus formas, como lo peor del ser humano.
El Obispo de Roma, dentro de la homilía que pronunció el pasado lunes durante la misa que celebró en la capilla de su residencia en Santa Marta, dijo textualmente: "¡Cuanto mal hacen los corruptos” a la sociedad… “Que el Señor nos libere de caer en ese camino de la corrupción".
¡Dios lo oiga, Papa. Qué bueno fuera que en Colombia todavía estuviéramos a tiempo de corregir el camino; liberarnos de tanto funcionario público, a todo nivel, capturados por el Anticristo de la corrupción: alcaldes, gobernadores, ministros, gerentes, Congreso, asambleas y concejos; inspecciones de policía, juzgados, tribunales y altas cortes, las mismas instituciones de control y vigilancia; las empresas privadas, los dirigentes gremiales y sindicales y contratistas… Todos a una, girando en torno a carruseles, roscas y mafias; platicando el lenguaje de la corrupción, del CVY…
Quisiera creer, Papa Francisco, que en Colombia todavía estamos a tiempo. Dios lo oiga y bendiga...