Varios países han prestado su concurso para acudir con ayuda humanitaria -medicinas y alimentos imperecederos- con destino a la población venezolana, que desde hace ya mucho tiempo padece hambre y enfermedades no atendidas, mientras la inestabilidad política es ya insostenible y la desproporcionada inflación ha llegado a niveles que les hacen imposible cualquier adquisición de aquellos elementos en condiciones normales.
Nicolás Maduro -quien ejerce el poder de forma dictatorial, desesperada e irrazonable- ha resuelto, invocando razones de seguridad y soberanía, bloquear la ayuda humanitaria que ya ha llegado a la frontera colombo-venezolana para su entrega a las necesitadas comunidades.
Nos parece que esa actitud no solamente es ofensiva y cruel sino suicida, porque puede precipitar la indeseable intervención armada de los Estados Unidos en Venezuela.
Se ha reunido el Grupo de Contacto Internacional en Uruguay, liderada por la Vicepresidenta de la Unión Europea Federica Moguerini, que busca el diálogo con la oposición y una solución democrática y no armada, grupo que ha reconocido la existencia de una verdadera crisis que, de no solucionarse, tendrá graves repercusiones internacionales. Ha anunciado el envío de una Misión Humanitaria a Venezuela.
La situación de Maduro y su régimen es cada día más compleja. Rechazado por muchos países americanos, por los Estados Unidos y por la Unión Europea, que han reconocido al auto proclamado presidente encargado Juan Guaidó, y con apenas el interesado apoyo de Rusia y China. Y con una población en su mayoría contraria, con la Asamblea Legislativa en abierta oposición, solamente lo sostienen las fuerzas armadas.