Comencemos por la propiedad
Si el disenso es connatural a la democracia, ¿quién está proponiendo la garantía de la propiedad privada, y quién, por el contrario, la propiedad social de instrumentos y medios de producción? ¿Quién defiende la una y quién la otra? Estamos preguntando, como se desprende, de quiénes están por el sistema capitalista y quiénes por el socialista. Esperamos que nos respondan claramente.
En mi humilde opinión, parece que todos, y todos son todos, nos están proponiendo la defensa del sistema capitalista. Y, en tal caso, no existiría ninguna diferencia entre unos y otros candidatos, que, de vuelta, dejaría la conclusión de que daría lo mismo votar por uno u otro, en blanco o por ninguno.
No existiendo una diferencia clara preguntemos, entonces, si pueden existir diferencias accesorias sobre la manera de concebir la propiedad privada dentro del Estado. Algunos consideran que es Intocable… Es el Estado conocido como neoliberal o gendarme, o una perversión del mismo, más grave, porque es la intervención del Estado a favor de los más ricos y poderosos; de los grupos económicos y de las empresas trasnacionales, como sucede actualmente en Colombia.
Otros, por el contrario, consideran que el Estado puede intervenir en el proceso económico, y más importante, no a favor de los más poderosos sino en defensa de los más débiles. Este último es el Estado interventor o de bienestar, que en la teoría política se conoce como Estado Social y Democrático de Derecho (Art. 1º CP-Colombia). Queremos saber de cada candidato cuál de los dos modelos defiende.
Sobre esta materia de la propiedad caben más preguntas.
¿Será que, aun aceptando el régimen de propiedad privada, el Estado puede ser propietario de ciertos sectores neurálgicos de la economía? Por ejemplo, del sector financiero, las fuentes de energía y agua, las telecomunicaciones o de los servicios públicos; o, si, como consideran los otros, todo esto debe ser dominado por el ‘laissez faire, laissez passer’ del sector privado, como la misma propiedad de la tierra, y en tal caso, estría de salida la propiedad colectiva de los indígenas o los afrodescendientes; o que no es posible la actividad cooperativa con reconocido éxito en varias ramas de la economía, o la misma copropiedad inmobiliaria que domina hoy en día todo el desarrollo urbano de las grandes ciudades.
Aun admitiendo que puede existir un régimen de propiedad privada, no sobra advertir que en el caso de la propiedad agraria, dominada por grandes terratenientes (feudalismo) ha sido el escenario donde se ha desarrollado la guerra y la paz en Colombia. ¿Dicho claramente, quien propone una reforma agraria para darle tierra a los campesinos más pobres? NI siquiera Los Acuerdos de La Habana se atrevieron a hablar claramente sobre este tema.
¿Cuál de los candidatos nos está proponiendo una paz con justicia social que comprenda una reforma agraria, urbana o financiera acorde con los derechos económicos, sociales, culturales, de alimentación, vivienda digna, educación, salud, seguridad social y trabajo? Una propuesta robusta que le diga NO al genocidio, al paramilitarismo, al terrorismo; que le dé protección a las víctimas de la violencia, su derecho a la verdad, justicia, reparación y no repetición. ¿Cuál candidato se compromete con el fin de la pobreza, el hambre cero, la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición, todo esto exacerbado por la pandemia?
Como la paz no es solo entre hombres sino también con la naturaleza ¿Qué nos dicen los políticos de adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos; o de conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible; o de proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, de las energías renovables; de efectuar una ordenación sostenible de los bosques, luchar contra la desertificación y poner freno a la pérdida de la diversidad biológica?
En el mismo orden quisiéramos oír propuestas sobre el asfixiante centralismo, tan propio del autoritarismo. Sobre el sistema de salud, un desastre puesto en evidencia por COVID-19; la política de empleo, no desde los beneficios al gran capital sino desde la mediana y pequeña empresa, la que genera la mayor parte de trabajo formal e informal. Y sobre la lucha contra la desigualdad, a ver si salimos de ese deshonroso primer lugar que ocupamos en el mundo; oír las propuestas que tienen sobre la educación universal y, también, no menos importante, sus propuestas contra la corrupción y, el tema de actualidad, una reforma verdaderamente estructural del sistema tributario a ver si nos ajustamos a la norma constitucional fundada en los principios de equidad, eficiencia y progresividad.
Cada una de las preguntas aquí esbozadas dan para largo tema. Pero, por tratarse de una presentación más periodística que académica, dejemos así, que ya volveremos luego…
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