POR JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO
No hago referencia únicamente al acto electoral que, todo indica, tendrá lugar hoy en el Senado, ni quiero que mi alusión se interprete en contra o a favor de alguno de los candidatos a la Procuraduría.
Pero, en general, no ha demostrado ser buena la reelección inmediata en los cargos públicos de comando, vigilancia, control o amplia capacidad de decisión –en los que el titular tiene en sus manos asuntos de gran trascendencia y en muchos casos el futuro de personas en concreto que pueden votar o no por su permanencia-.
Colombia debe pensar seriamente en suprimir esa figura; en prohibir totalmente las reelecciones en todas las altas dignidades del Estado, o al menos en exigir que quien aspire a ser reelegido Presidente, Vicepresidente, Procurador, Contralor, Magistrado, Defensor del Pueblo, Gobernador o Alcalde, entre otros empleos, deba esperar que transcurra siquiera un período entre su primer ejercicio y su segunda aspiración.
Es lo justo, porque definitivamente no es lo mismo aspirar desde el asfalto que desde el puesto de comando de un organismo o institución, sea ella la presidencia de la República u otra de las mencionadas. El candidato que a la vez está en ejercicio del poder lleva una enorme ventaja sobre sus oponentes. No todos se encuentran en el mismo partidor.
Ahora bien, en el caso de ternas de distinto origen, las corporaciones postulantes deberían ser obligadas por la propia Constitución a entregar los nombres de sus candidatos el mismo día, para que todos estuvieran en las mismas condiciones ante el elector.
