Micheletti y sus amigos golpistas se quitaron del todo el disfraz democrático que le habían puesto a sus actos de fuerza, y que jamás los cubrió por completo. El gobernante de facto hacía esfuerzos para disimular, pero en él asomaba el dictador desde antes del golpe de Estado. Entonces palmoteaba con fuerza su escritorio de Presidente del Congreso.
Muy pronto se hicieron patentes su intolerancia; su terquedad; su inclinación a la violencia, y su cortísima visión.
En los últimos días, ante el ingreso de Zelaya a Tegucigalpa, no vaciló en plasmar en el papel lo que ya de hecho había puesto en vigencia desde el día del golpe, y por decreto, dispuso la vulneración, antes implícita, de las libertades públicas y el desconocimiento de las garantías constitucionales.
Desapareció la libertad personal: cualquier persona puede ser arrestada y conducida a la fuerza por los policías o militares, sin orden judicial y cuando ellos lo consideren pertinente; sin motivo señalado en las leyes, y sin formalidad alguna. No hay, además ninguna posibilidad de revisión judicial de lo actuado.
No existe la libertad de locomoción: con el toque de queda, la medida favorita de Micheletti, y mediante los cercos armados que se encuentran por todas partes, se impide a los ciudadanos trasladarse de un lugar a otro, circular dentro del territorio o salir de él.
Está prohibido opinar. Nadie puede decir nada en contra del régimen o a favor del regreso del Presidente legítimo al poder. La libertad de expresión ha sido borrada por completo de la normatividad.
¿Derecho a la información? ¿Cuál? Los medios de comunicación contrarios a la dictadura son cerrados a la fuerza. Duele ver, como vimos en las imágenes de televisión, a soldados golpistas desmontando los equipos de las emisoras y sacándolos de las instalaciones de las mismas. Esas son imágenes que creíamos no se volverían a ver en América Latina desde la caída de las dictaduras de Chile y Argentina.
Pero Micheletti comienza a retroceder, por cuanto los errores por él cometidos han llevado a sus propios amigos del Congreso a reclamarle, en especial por las medidas de fuerza. Y entonces, en las últimas horas, ha manifestado que reconsidera las medidas y que buscará una solución a la crisis, e inclusive que permitirá el ingreso de los delegados de la OEA a territorio hondureño, que hace pocos días había prohibido. Lo veremos.