ACTUALIDAD DEL CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA Y PROCESO DE PAZ

03 Dic 2012
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POR JUAN CAMILO LÓPEZ BERNAL (*)

Cuando hablamos de conflicto armado en Colombia discutimos acerca de una gran herida con más de 50 años y que no ha dejado de verter sangre y producir dolor. Visto desde diferentes ópticas el conflicto armado en Colombia no ha cambiado a lo largo de 50 años. Tan solo se han transformado sus actores e intereses.

 

Comenzando por la violencia partidista de principios de los años 50s, donde a raíz de un primer hecho como el asesinato del candidato liberal Jorge Eliécer Gaitán en 1948, que cambio la historia de Colombia y forjó un ánimo revanchista en una guerra entre el partido liberal y el partido conservador creando una brecha social, cultural y económica. Al ser asesinado el candidato liberal, las clases menos favorecidas en el campo vieron la necesidad de hacer frente a las acciones conservadoras, que trataron de imperar en todo el territorio nacional.

 

La guerra partidista desplazó pueblos enteros, masacró población inocente y aumentó el número de terratenientes en el campo, quienes llegaron a tener permiso desde la capital para usar la fuerza contra la población, con el fin de evitar esos hechos. Comenzaron a surgir los grupos armados al margen de la ley que buscaban restablecer y mantener sus derechos. Cuando hablamos de conflicto entre grupos sociales, siempre las partes disputan algo, ese algo en Colombia, ¿qué es?. O  mejor, ¿que ha sido? El tratar de disminuir  la marcada desigualdad social, la presencia del capital y la concentración de tierra en pocas manos. Estoy hablando de hace más de 60 años.

 

Después de la guerra partidista nos  encontramos con los remanentes de los grupos que se armaron y que encontraron en la guerra una forma de ganarse la vida , legitimando el conflicto en la desigualdad social y  el uso de la tierra. Este conflicto fue latente hasta mediados de los años 70s con las acciones del grupo M19, pero el segundo hecho que marcaría por desgracia la historia de Colombia fue la aparición del narcotráfico, que apoyándose en la desigualdad social, ausencia del Estado y concentración del capital utilizó a la población menos favorecida como herramienta de trabajo.

 

El poder económico que ha generado el narcotráfico en Colombia creo una cortina de humo dándole un poder económico ilícito a muchas personas dentro del territorio. En esos grupos de personas encontramos a las guerrillas que anteriormente mencioné, que se organizaron y se legitimaban teniendo como fin  la equidad social, no solo apareció la guerrilla sino también grupos paramilitares antagónicos al ideal guerrillero, dentro de estos dos nuevos bandos partidistas izquierda - derecha, encontramos nuevamente una guerra que no cesa y vuelve a comenzar.

 

En el afán social de combatir este problema, el gobierno Colombiano generó estrategias dentro de un marco social para poder desmovilizar grupos al margen de la ley; durante 7 periodos presidenciales se ha tratado de hacer un proceso de desmovilización, y  nos encontramos con dos hechos relevantes para la historia de Colombia: el primero fue la desmovilización del M19 y la vinculación de sus miembros a la vida civil y a la política lo cual fue una luz de esperanza para el país; pero que nuevamente fue marcado por la violencia de un brazo invisible del que más adelante hablaré. Y el segundo hecho fatídico que hay que recalcar fue el proceso de paz durante el mandato de Andrés Pastrana que despejó una gran parte de la selva colombiana a las FARC y que ellas en un total abuso y desconocimiento de cualquier Ley o control se dedicó a traficar armas, drogas ilícitas, secuestrar, reclutar, desplazar, torturar a la población y a los soldados y policías que cumplían el deber constitucional; hay que tener la memoria bien clara que hasta a una candidata presidencial secuestraron.

 

Ahora hablamos de un proceso de paz, donde hay un brazo invisible al que no le conviene. Que viene de la ultra derecha.  Que, siendo siempre una sombra sin forma, ha modificado los destinos del país. Durante los dos mandatos presidenciales de Álvaro Uribe se desmovilizaron grupos paramilitares nacidos en los años 80s con el impulso del narcotráfico; estas desmovilizaciones, que algunas fueron verídicas y lograron reinsertar a muchas personas a la vida civil, dieron origen a  nuevas bandas criminales al servicio del narcotráfico. Esto hizo  destapar un gran problema: la legitimación del poder paramilitar dentro del gobierno nacional y en el órgano legislativo, estableciendo políticas que permitían el robo de tierras, la desviación de capital social como recursos de la salud y educación, todo para los grupos paramilitares y naturalmente el aumento de terratenientes nacidos del desplazamiento y apoderamiento de tierras en el conflicto.

 

Ahora nos encontramos con un nuevo proceso de paz en este gobierno, que está recogiendo los frutos del mandato del presidente Álvaro Uribe. Este,   durante 8 años, estableció políticas para la eliminación de las FARC, que generó la confianza y la seguridad pero  vulnerando la Constitución. La actualidad de conflicto solo es una recopilación de muchos hechos y posiciones sociales que no cambian a lo largo de la historia.

 

Ahora el expresidente Uribe, siendo la contraparte del proceso de paz, da razones con poca fundamentación jurídica  basándose en hechos arbitrarios y posiciones personales descalificadoras que hacen ver en él  la representación de los terratenientes colombianos que no quieren que haya igualdad, ni equidad social, sino solo control y poder absoluto de las clases altas económicas.

 

La realidad que tenemos que ver es si la guerrilla de las FARC busca legitimar sus ideales, o solo darse un baño de popularidad y seguir con una guerra que no está basada en ideales sociales y que tiene como medio de financiación el narcotráfico y hará que Colombia tenga una guerra de nunca acabar.

 

El proceso de paz es un sueño de todo colombiano que ve este conflicto como una maleta de problemas y dolor en la espalda,  que no ha dejado desarrollar al país en ningún aspecto social como lo han hechos otros países de América.

 

Sin importar que el proceso de paz se logre o no, si el narcotráfico se acabe, la derecha, la izquierda clandestina sigan imperando, lo que se debe generar es un cambio social que debe tener Colombia, un cambio de cultura, una distribución de capitales, una reforma jurídica que sea consecuente con las necesidades de todas las personas; que no legitime a un país en donde las oportunidades solo son para los que hacen mafias, que logran curules en el Senado y que  legislan a favor de ellos. Lo que debemos tener claro como colombianos es que para lograr la paz debemos acabar la desigualdad social, y poder generar desarrollo industrial y agrario. Mientras esto no se logre Colombia seguirá repitiendo hechos con diferentes actores, legitimándose en la violencia y corrupción del Estado.

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(*) Juan Camilo López Bernal es estudiante de Derecho de la Universidad La Gran Colmbia

 

Modificado por última vez en Sábado, 28 Junio 2014 20:16
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